Cambio climático
El cambio climático amenaza con veranos extremos en Barcelona con picos superiores a los 45 grados
Un estudio del Instituto de Ciencias Ambientales alerta de que la temperatura media del verano en la ciudad podría aumentar hasta seis grados a finales de siglo si no se toman medidas urgentes.

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Los veranos actuales ya son considerablemente más calurosos y extremos que los de décadas pasadas, con más noches tórridas y cada vez menos estacionalidad, pero todo indica que esta tendencia podría agravarse aún más en el futuro. ¿Hasta qué punto podría transformarse esta estación en los próximos años? La respuesta la encontramos en una investigación del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), que ofrece estimaciones concretas. Este estudio nos permite ver cómo evolucionarán los episodios más extremos si se repiten en el contexto climático previsto para 2070 o incluso 2100. Si no se logra una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero, las olas de calor en ciudades como Barcelona podrían intensificarse notablemente, con aumentos de temperatura de hasta 6 grados respecto a los valores actuales. Esto significaría jornadas que superen los 45 grados y noches en las que el termómetro no baje de los 32. La pesadilla de los que no tienen aire acondicionado o no quieren que la factura de la luz se lleve buena parte de su sueldo.
“La media que hemos visto es que las máximas podrían aumentar unos 4 grados en el día y 3,5 por las noches, que serían las mínimas” comenta Sergi Ventura, autor principal del trabajo, recientemente publicado en la revista Journal of Geophysical Research: Atmospheres. Las predicciones no son buenas. En situaciones de estabilidad atmosférica —las mismas que favorecen la aparición de olas de calor prolongadas—, el aumento térmico podría llegar a ser de hasta 6 grados. “Es un escenario negativo, y podría ir a peor, la máxima diferencia que hemos visto son esos 6 grados por encima en la zona urbana ara finales de siglo", alerta el experto.
Esto significaría que, por ejemplo, una ola de calor a finales de junio o principios de julio podría alcanzar ya los 40 grados, y durante agosto los termómetros podrían superar los 45 grados. “Las mínimas son importantes en ciudades costeras, si se sigue este escenario noches donde no bajasen de 32 grados", sentencia Ventura. Por el propio calentamiento global, “la temperatura mar va a ser más alta”, asegura, así que tampoco podremos refrescarnos en la playa.
Menos humedad y temperaturas más altas
Todo esto podría empeorar aún más por culpa de un fenómeno que lleva por nombre “efecto isla” de calor urbano. Los expertos explican que en las ciudades, el uso de materiales que absorben mucho calor, la falta de árboles y sombra, y la escasa ventilación hacen que se acumule el calor como si fuera una olla tapada. Esto no solo hace que las temperaturas sean más altas, sino que también que el calor dure más y cueste más que se vaya. “Se tienen que tomar medidas globales y locales, como pintar las fachadas de blanco, añadir vegetación y cuidar del riego de las plantas, algo imprescindible”, apunta el investigador. Además, los modelos climáticos muestran que si el mar Mediterráneo sigue calentándose —como ya está ocurriendo—, las noches serán todavía más calurosas, tórridas. Por eso, según este estudio, en ciudades como Barcelona no solo hará más calor por la noche, sino que cada vez será más difícil refrescarse después de un día sofocante.
El estudio también señala que la humedad en el área metropolitana de Barcelona podría bajar bastante en los próximos años. Esto significa que el aire será más seco: se espera una reducción del 6 % en los momentos más húmedos del día y del 5 % en los más secos, e incluso descensos de hasta un 16 % en sitios como el Garraf. “Lo que hemos visto es que las brisas marinas pueden ser sensibles a estos cambios, por lo que se notaría una reducción de humedad relativa a zonas, de momento, del Garraf”, explica Ventura, algo que todavía están investigando para poder ampliarse a más puntos del área de Barcelona. Según los expertos, esto se debe a que las brisas del mar podrían cambiar y habrá más días con el aire quieto, sin movimiento. ¿Qué implica esto en nuestro día a día? Pues que, por un lado, durante el día puede que el calor se note un poco menos pegajoso, pero por la noche será más difícil que se enfríe el ambiente. El calor se quedará atrapado, sobre todo en zonas muy urbanas, haciendo que dormir sea cada vez más complicado en verano.
Más días de calor extremo
Las conclusiones del ICTA-UAB van en la misma línea que las advertencias del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que ya ha avisado de que el sur de Europa —y especialmente la zona del Mediterráneo— será una de las regiones más vulnerables al calentamiento global. En los escenarios más negativos, los expertos creen que tanto la frecuencia como la intensidad de las olas de calor aumentarán con toda probabilidad en las próximas décadas, afectando de forma especial a países como España. Si no cambiamos el rumbo, los modelos indican que ciudades como Barcelona podrían llegar a tener entre 30 y 60 días más de calor extremo al año a finales de siglo, y poco a poco acabar con las estaciones de primavera y otoño. Es decir, casi todo el verano podría pasar bajo condiciones similares a las de una alerta por altas temperaturas.
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