Rafa Benítez

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Los registros de su Madrid empeoran, entre otros, los de la pasada campaña a estas alturas

Los números retratan a Benítez

Quien quiera que sea el que maneja los hilos del fútbol tuvo a bien hacerle un guiño a Madrid y Atleti: de repente, Neymar se lesionó, Messi volvió a parecer terrestre y Suárez rescató su versión más Mr. Hyde. Era el único modo de que el Barça empatara tres partidos seguidos –uno de ellos en Champions–, de quitarle el prefijo in del adjetivo alcanzable, de devolver la emoción a una Liga cuyo desenlace culé empezaba a darse por sentado.

En Twitter: @MarioCortegana

El Barça dio la oportunidad de tenerle a dos puntos y Benítez, al contrario que Simeone, la desperdició. A los entrenadores de Atleti y Madrid no se les puede negar la autoría de sus equipos. Por eso el de Simeone, con su ADN de buitre, no falló: los de rojo y blanco -ese es el secreto a voces de su éxito- no desprecian una migaja que les pueda llevar más arriba. Y por eso el de Benítez, en la orilla opuesta, se pasó con el señorío y prolongó de 5 a 45 los minutos de cortesía en El Madrigal. Para cuando quiso reaccionar, el Villarreal había pasado su portería por la lavadora: encogida, pequeña, inaccesible para la BBC y Cía.

En el fútbol pasa como en la moda: cada uno tiene su estilo, no hay uno universal, no hay nada científico. Por esa subjetividad, Benítez, el Pitágoras blanco, considerado aburrido como contar los granos de gotelé de una pared, vive en maridaje con unos números que, sin embargo, empiezan a dejar de brindarle argumentos.

Los datos se vuelven en su contra

Su Madrid no gana al de la temporada pasada en la jornada 15: 9 puntos y 23 goles a favor menos, y mismos goles encajados. De hecho, este es el Madrid menos anotador de los últimos 9 años en este punto. Más aún: hay 22 entrenadores en la historia blanca con mejores números pasados 15 partidos de Liga. Benítez, con 30 puntos, también es el peor entrenador debutante a estas alturas del año desde Hiddink en la 98-99.

A ello influye el divorcio de Cristiano con el gol: el luso, con su peor registro desde su primera Liga, tendrá que encargarle al gordito de rojo o a los tres señores en camello un GPS que le reconduzca la ruta hacia el portal rival. Incómodo con el rol que trata de imponerle Benítez, su irregularidad, entre otros factores, hace que el Madrid no haya marcado en el 27% de partidos ligueros, cifra que Ancelotti dejó en un 5%.

Con la Copa en el limbo de los ridículos históricos, la Champions tampoco luce al Madrid de Benítez ante el de la temporada pasada: en la fase de grupos ha sumado dos puntos menos –Ancelotti hizo pleno-, ha encajado un gol más y ha hecho dos más gracias, en gran medida, al repaso al connivente Malmoe. Sin convencer en lo plástico, a la espera de que alguien cree el trofeo al equipo más rematador, a Benítez le empiezan a driblar y retratar también los recurrentes números que con tozudo ahínco anota en su libreta.

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