Po y De-De nacieron hace poco más de dos años en el Zoo de Madrid y ahora estos osos panda gigante gemelos viajan a China, el país de origen de sus padres, donde se integrarán en un centro de cría para reproducirse y evitar que se extinga su especie, la más amenazada del planeta.
Mientras tanto, los dos cachorros, que ya pesan más de 80 kilos, se preparan para un largo viaje (previsto para después del 16 de mayo) que durará más de 20 horas y en el que tendrán que trasladarse en un avión y varios camiones hasta llegar a la reserva china de Chengdu, en la provincia de Sichuan, al sudoeste del país.
Allí convivirán con más de un centenar de osos panda gigantes con el objetivo de reproducirse, ya que además de hermanos Po y De-De son machos y los otros dos ejemplares de su especie que hay en las instalaciones son sus padres, que nacieron en la misma reserva donde en menos de un mes se quedarán a vivir sus crías.
La conservadora de mamíferos terrestres del Zoo de Madrid, María Delclaux, asegura que este procedimiento de intercambio de ejemplares entre zoos y reservas es algo habitual y, aunque es la primera vez que lo hacen con osos panda, ya ha ocurrido con gorilas, elefantes y tigres.
Actualmente en Europa sólo existen diez ejemplares en Austria, Francia, Escocia y España, donde el Zoo de Madrid cuenta con una "familia" de cuatro miembros, los únicos en España, que se verá reducida a dos tras la marcha de Po y De-De.
Estos cachorros son la segunda pareja de osos panda gigante que nacen en el Zoo de Madrid tras el famoso Chulín, ya fallecido, que tuvo un hermano gemelo que murió al poco tiempo de nacer, algo habitual en estos casos.
Los osos panda tienen una o dos crías, pero cuando el parto es doble sólo sobrevive uno de los hijos porque nacen muy frágiles (ciegos, sin pelo y de un tamaño muy reducido) y la madre no puede atender correctamente a los dos, por lo que opta por el más fuerte, como explica la cuidadora del Zoo, que es bióloga de formación.
Para evitar que ocurriera con Po y De-De, tras el parto se intercambiaron las crías a la madre cada cuatro horas para que las dos pudieran recibir leche materna, mientras la otra permanecía en una incubadora y era alimentada con biberones. Ahora en el Zoo de Madrid confían en que los padres de los gemelos puedan tener más descendencia, una tarea que no resulta nada fácil porque el celo de la hembra dura sólo tres días al año.