El papa Francisco bebe mate tras su audiencia general de los miércoles en la plaza de San Pedro, El Vaticano.

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LO HA PUBLICADO SU BIÓGRAFO

Al Papa Francisco le gusta comer pollo al horno, tomar mate y beber un poco de vino en las comidas

El Papa Francisco, como buen argentino, bebe mate y saber hacer el asado "como nadie". No le gusta desperdiciar comida y cuando era pequeño riñó a un zapatero que le invitó a comer porque se había gastado mucho dinero para ofrecerle salmón. Todas estas anécdotas se recogen en la biografía culinaria que ha publicado Roberto Alborghetti, biógrafo del Papa.

Roberto Alborghetti, uno de los biógrafos del Papa, que acaba de publicar "En la mesa con Francisco" (Ed. Larousse) afirma que las comidas del Papa Francisco van más allá de la degustación exquisita y placentera y a menudo se invita a sí mismo a almorzar en el comedor de los empleados del Vaticano, porque para él el momento de la comida es compartir.

El libro es una biografía del Pontífice, que a través de 36 recetas culinarias que le han acompañado en su vida y con los episodios en los que el Papa ha utilizado los alimentos para transmitir valores, expresa su preocupación por las hambrunas o exige un reparto justo de los recursos alimentarios.

Recuerda Alborghetti que el Papa proviene de una modesta familia italo-argentina "de largas mesas dominicales" y que defiende que "compartir la comida es un momento para el prójimo. Es fuente de relación. Es hospitalidad. Y es escuchar a los que te rodean. Comer juntos es una acción muy evocadora y simbólica".

El libro, salpimentado con fotografías familiares del Papa y traducido al castellano por Jordi Trilla, relata que los antepasados de Bergoglio fueron dueños del café-restaurante "Nocciola" en Montechiaro (Italia), donde los panaderos locales aún elaboran un exquisito bizcocho de avellanas con una masa sin harina.

El autor destaca los repetidos llamamientos del Papa contra el desperdicio de alimentos porque "con la comida no se bromea" y porque "de niño, en casa, cuando se nos caía el pan, nos enseñaban a recogerlo y besarlo: nunca se tiraba el pan".

El autor recuerda que Bergoglio de pequeño quería ser carnicero y que luego, cuando fue rector del Colegio Máximo de San José en Buenos Aires, como los domingos no había cocinera, era él mismo quien cocinaba para los estudiantes, y como el mismo Papa bromea, "nunca maté a nadie". Como buen argentino, dicen que el Papa sabe hacer el asado como nadie, que aprendió de su abuela a elegir el corte adecuado de la carne, y que lo marina muy bien con hierbas aromáticas y los demás ingredientes del chimichurri.

El pollo al horno, con la receta que aprendió de su madre fue una de las que dictó directamente Bergoglio cuando era rector del colegio porque era fácil de preparar y útil en situaciones de emergencia o cuando hace falta cocinar algo sabroso en poco tiempo.

El libro desgrana a través de testimonios algunos de los platos que más le gustan al Papa, como las sopas o el lechón relleno, que él también cocinaba, y que una vez riñó a un zapatero que le invitó a comer porque se había gastado mucho dinero para ofrecerle salmón. "Me gusta sentarme en la mesa de los pobres porque sirven la comida y comparten el corazón. A veces los que más tienen solo comparten la comida", repite el Santo Padre, que en su primera cena como Papa, el 13 de marzo de 2013, tomó un plato de pasta sencillo, verduras y fruta, antes de brindar y pedir a Dios que perdonase a los cardenales que le habían elegido.

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