Parejas de intercambio
"Miran, se masturban e intentan participar": Cap d'Adge, la capital del sexo libre en Francia
El paraíso lujurioso de las parejas de intercambio. Una villa donde no existen límites para los fetiches y las fantasías eróticas. Dominancia, sumisión, bondage, sadismo, masoquismo... Nos adentramos en las entrañas del pueblo naturista de Cap d'Adge, en la costa Mediterránea francesa.

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"No textil, please". Una señora me toca el hombro mientras tomo el sol junto a Claudia, mi compañera operadora de cámara. Alzo la mirada y me 'doy' de bruces con sus mayúsculos pechos.
En un extraño 'francenglish', nos advierte la sexagenaria que le incomoda que estemos vestidos (biquini y bañador), en la zona caliente de una playa naturista. El verano no ha asomado aún y cuesta encontrar un hueco en la arena de Le Baie des Cochons (Bahía de los cerdos). El nombre se antoja premonitorio. El motivo que nos ha llevado hasta este antiguo pueblo pesquero, convertido en el templo sacro del espíritu libertino en pareja, nos hace creer que debemos tomar en serio la recomendación de esta mujer.
Ropa fuera, hemos venido a vivir y contar lo que ocurre en la cuna del sexo compartido. Me coloco bocabajo en la toalla hasta armarme de valor. ¡Qué tontería!, pienso. Lo realmente incómodo en esta situación es ir tapado. Me levanto y me voy a dar una vuelta.
No he andado ni 15 metros cuando me encuentro la primera melé de hombres agolpados en torno a una toalla con dos parasoles. Tumbada sobre la misma una chica 'jugueteando' con otros tres varones. Sentados en otra toalla, dos metros más allá, una pareja heterosexual mira y se recrean manualmente con su cuerpo. Todos están completamente desnudos. Sexo, toallitas y arena. Entran y salen más hombres. Nadie pronuncia palabra. Los últimos gemidos de la chica anuncian el final del 'show'.
Un chico de piel morena ataviado con unas gafas de sol levanta la vista hacia otro punto de la playa, diez metros más allá. Un nuevo barullo y mismo modus operandi. Suficiente para mi vista. Excitado por la incomodidad vuelvo a mi toalla: "Claudia, no sabes lo que acabo de ver..."
Intercambio de parejas
Óscar y Eli nos habían puesto en situación. Son nuestros 'anfitriones'. Han viajado desde Barcelona a Cap d'Adge. Llevan casi una década haciéndolo. "Esto es una forma de vida. Esto lo llevas dentro. Te tiene que gustar y te tienes que sentir cómodo viendo como una tercera persona tiene relaciones sexuales con tu pareja delante de ti. Es una forma de disfrutar de la relación a otro nivel".
Se conocieron en un local. Eli iba acompañada de su pareja y Óscar de una amiga. De un intercambio salió una nueva relación. Ahora divulgan en redes sociales a través del canal 'swingering' su vida como pareja abierta, sexualmente hablando. "A mí personalmente no me gusta tener sexo en la playa a ojos de otros. Prefiero un local o una habitación de hotel con otra pareja".
Eli no estaba convencida de ser la protagonista de un reportaje de televisión sobre un tema que, mediáticamente, suele ser tabú. Mastica las palabras ante la cámara y se ruboriza al quedarse desnuda. Óscar habla abiertamente de su recorrido 'swinger'. En la terraza de su hotel, dentro de la villa, asistimos a uno de sus directos en la plataforma 'Twitch'. Los seguidores preguntan extrañados por nuestra presencia. No terminan de creerse que vayamos a hablar de este tema en la tele.
"Hasta que no lo vea emitido, a mí también me cuesta creerlo", apunta Óscar. También se interesan los usuarios que están conectados al canal de la pareja por el grado de inmersión de reportera y cámara (Claudia y yo) en la experiencia. Nos animan a probar. A ambos se nos dibuja una sonrisa semi-incómoda. El sexo y sus afluentes disciplinarios es lo que tiene. Camino a nuestro hotel, fuera de la villa, Claudia y yo comentamos la anécdota...
Locales nocturnos: sexo frenético
Treinta euros es el precio de entrada por parejas al pueblo naturista. En plena expansión urbanística de la zona, una especie de comuna vecinal asentada desde los 90 en estos terrenos pesqueros, se hizo cargo de la gestión del complejo. Te exigen mostrar un documento de identidad y puedes acceder en coche o andando.
El camping naturista es la primera parada. Cientos de caravanas y autocaravanas, muchas de ellas fijas, colonizan sus instalaciones. El nudismo es la piedra angular de sus calles, aunque también pasean parejas ligeras de ropa. "Esta zona es Heliópolis. Puedes entrar a los pasillos que conectan las viviendas y echar un ojo si hay puertas abiertas. Generalmente, son parejas que te invitan a pasar a través de esta seña. Entras, te miran y ellos deciden si puedes participar en sus intercambios u orgías. Hay muchas fiesta de este tipo cuando llega la noche".
Nos cuentan Eli y Óscar que el idioma es una barrera psicológica. Los códigos son las miradas. Lo vivimos en primera persona en uno de sus locales. Decenas de parejas, en un ambiente armónico y respetuoso, bailan en las barras americanas del garito. "Mira, esa mujer ha entrado a la jaula y el marido está mirando. Si entras a bailar con ella significa que queréis tema". En el tiempo que empleé en pedir una cerveza e ir y venir del servicio, la mujer había desparecido. Oscar nos aconsejó hacer un tour por el local como primera toma de contacto. Gemidos y música disco española de fondo, allí estaba la mujer. El marido mantenía relaciones sexuales con ella y otros dos chicos participaban en el convite. Dos chicos más guardaban 'cierta distancia de seguridad' mientras se autocomplacían. "Vayamos a la sala grande, a ver cómo está". Óscar nos guiaba por pasillos rojos y negros de luz muy tenue. La sinfonía orgásmica presagiaba la escena. Decenas de parejas liberaban sus apetencias sexuales rompiendo cualquier atisbo de convencionalismo. Los cruces de miradas hablaban por sí solos y no tardamos en salir...
El tabú de lo desconocido
Cap d'Adge recibe cada verano más de 40.000 turistas que normalizan la libertad sexual. Caminar desnudos por sus calles, restaurantes y supermercados forma parte de su idiosincrasia. El erotismo abraza la cotidianeidad de sus gentes y el ambiente es pacífico y parsimonioso.
"Es curioso cómo al lado de una farmacia o un Carrefour te encuentras escaparates con ropa erótica, cadenas, látigos, máscaras y todo tipo de artilugios fetichistas". Óscar y Eli quieren romper el tabú del 'swingerismo' y hacen pedagogía diaria sobre el tema. Al igual que nosotros, también documentan su experiencia en la villa y alientan a los más curiosos de su comunidad de seguidores a romper los prejuicios morales y a visitarla. "Nosotros nos consideramos monógamos discontinuos.
Hemos estado estos días con la relación abierta y ahora toca cerrarla. Esto es como abrir la ventana. Darle aire fresco a la relación. Pero no hay que perder de vista lo importante. La base es la relación. Esto es la guindilla del pastel, pero el pastel es el amor en nuestra relación". Se cierra la puerta de la habitación del hotel de nuestros amigos y...
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