"En el año 1998 comencé con una gran ilusión este negocio. Tenía fé en lo que estaba haciendo, en la calidad de las prótesis y nunca pude imaginar llegar al drama que estamos viviendo hoy", asegura Else, por eso se considera la primera víctima de todo este escándalo.
A pasar de las críticas que en numerosas ocasiones se recibia por la inusual frecuencia con la que se rompían estas prótesis, Else se defiende afirmando que "no era el papel del distribuidor denunciar si las prótesis se rompían mucho o no. Esa labor le correspondería a los cirujanos", en clara referencia a que deberían ser los responsables médicos los que tendrían que haber denunciado el hecho al ministerio de Sanidad. "El escándalo salta en Francia tras la denuncia de los cirujanos", afirma Else.
Cuando una prótesis se rompía, se enviaba a la sede central en Francia quien respondía con un informe que las prótesis estaban perfectamente. "Yo soy comercial, no se cómo se fabrica una prótesis, nunca he estado en la fábrica y me lo tuve que creer", dice Else.