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DOBLE CRIMEN DE MURCIA
Una deuda, posible móvil del asesinato de los holandeses
Ingrid Visser y su pareja, Lodewijk Severein, iban a ser padres. La ex jugadora de voleybol acudió a una clínica de Murcia para confirmar la buena noticia. Su compañero aprovechó el viaje para reclamar una vieja deuda al gerente del equipo, Juan Cuenca, pero este tenía otros planes.
Los torturaron, descuartizaron y enterraron sus restos dentro de bolsas de basura en una fosa de un limonar de Alquerías, una pedanía de Murcia. Tras horas de intensa búsqueda, excavando kilos y kilos de tierra, los agentes descubren la primera pista, la zapatilla de una de las víctimas hasta que, por fin, logran acceder a los cuerpos del matrimonio de holandeses. Los enterraron de manera tétrica. En una mole perfectamente apilada, en varias capas separadas por ropa vieja. Y sus restos, descuartizados, separadados en distintas bolsas de plástico que los agentes, finalmente, recuperan una por una. Es de madrugada cuando consiguen rescatar todos los restos. Sobre una lona extienden cada uno de los objetos, aún manchados de sangre, que se encontraron junto a los cadáveres: ropa vieja, una escoba, un recogedor, guantes, y hasta una botella de agua. Todas las pruebas que pudieran incriminar a los asesinos.
Valentín Ion y Constantin Stan son los dos hombres acusados de torturar y matar al matrimonio. Habían sido contratados por Juan Cuenca, el que fuera delegado del equipo de voleybol donde jugó Ingrid Visser y socio en varios negocios de su pareja Lodewijk Severein. Aquél 13 de mayo, Cuenca y Lodewijk acordaron reunirse para que el español le devolviera un dinero que le debía al holandés.
Evedasto Lifante, dueño del club de voleybol donde jugaba Ingrid Visser, ha estado 5 meses en el ojo del huracán siendo acusado de haber estado relacionado con este macabro crimen. Sin embargo, todo se trataba de una estrategia de Juan Cuenca para involucrarle en este caso. "No le deseo lo que yo he pasado ni a mi peor enemigo", asegura.
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