FUE SU TERCER LIBRO
¿El Resplandor se basa en hechos reales? Estos son los misterios del hotel que inspiraron la película
Stephen King se coronó en 1977 con la novela El Resplandor y, tres años más tarde, Stanley Kubrick estrenó su adaptación al cine para convertirla en una de las mejores películas de terror de la historia. Pero, ¿qué hay de real en esta historia? El autor revela los secretos tras su escritura.

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Stephen King publicó en 1974 su primera novela y automáticamente saltó a la fama mundial. Carrie llegó a la literatura para presentarnos no solo las desventuras de una joven con poderes telepáticos, sino al autor por excelencia del terror. Tardó solo un año en lanzar su segunda obra, El misterio de Salem's Lot y dos años más tarde presentó el que es uno de los libros más reconocidos hasta la fecha: El Resplandor.
La locura de Jack Torrance en el Hotel Overlook conquistó a millones de lectores por todo el planeta. Sin embargo, no bastante con este éxito, Stanley Kubrick tomó prestada la novela para hacerla propia y dirigir una cinta de terror inolvidable. La película de El Resplandor, por mucho que sus diferencias con la fuente original enfadaran a King, está en la cima del terror y todavía hoy el recuerdo de Jack Nicholson con hacha en mano atemoriza a generaciones enteras.
Pero, ¿qué hay de real en todo esto?

Tanto en el libro como en la película, la ubicación de la historia desempeña un rol central en los acontecimientos. Se trata, por supuesto, del hotel en el que la familia de Jack decide pasar el invierno. Bien sea por fantasmas, la locura del padre de familia o una entidad desconocida, las paredes y pasillos del lugar son el eje de los terribles actos que allí se cometen.
Es este el enclave concreto que existe en el mundo real. No tanto en términos sobrenaturales, pero sí estilísticos. Y es que, como el propio Stephen King escribe en su página web, hay un alojamiento específico que sirvió de fuente de inspiración para dar forma a su novela.
"A finales de septiembre de 1974, Tabby y yo pasamos una noche en un gran hotel antiguo de Estes Park, el Stanley", revela haciendo pública la coincidencia homónima con el director que tanto lo decepcionó tiempo después. "Resultó que éramos los únicos huéspedes; al día siguiente iban a cerrarlo para el invierno", continúa antes de dar la primera clave de cómo se le ocurrió la idea: "Recorriendo sus pasillos, pensé que parecía el escenario perfecto —quizás el arquetípico— para una historia de fantasmas".

"Esa noche soñé con mi hijo de tres años corriendo por los pasillos, mirando hacia atrás con los ojos muy abiertos, gritando. Lo perseguía una manguera contra incendios" explica para, acto seguido, comentar cómo la inspiración llegó por sí sola: "Me desperté de golpe, empapado en sudor, a punto de caerme de la cama. Me levanté, encendí un cigarrillo, me senté en la silla mirando por la ventana las Montañas Rocosas y, para cuando terminé el cigarrillo, ya tenía la estructura básica del libro firmemente asentada en mi mente". Eso sí, el escritor no aclara si esas pesadillas fueron naturales o si hubo un ser superior poniéndolas en su mente: ¿Escribiría la mañana siguiente algo así como "no por mucho madrugar amanece más temprano"?
Así pues, el viaje a Colorado de Stephen con su mujer cambió para siempre su vida, la literatura, el cine y los miedos de millones de personas. De hecho, también revolucionó el destino del propio alojamiento, tal y como exponen en su web: "En la década de 1970, el esplendor del hotel se había desvanecido por la falta de mantenimiento e inversión. Quizás habría acabado demolido de no ser por la afortunada visita del autor Stephen King".
Puede que el hotel Stanley y el Overlook no sean exactamente iguales, (por suerte). No hay ascensores con litros y litros de sangre, hermanas gemelas que miran desde el fondo del pasillo o puertas adornadas por la nada amigable palabra Redrum. No obstante, la lejana ubicación del alojamiento, el diseño de interiores y su clausura invernal fue todo lo que necesitó King para dar rienda suelta a su imaginación.

Tanto la novela como la película han sido veneradas durante décadas. Forman parte de la cultura pop e incluso han tenido secuelas literarias y cinematográficas. Dr. Sueño, de Mike Flanagan, fue la redención que encontró el autor con el séptimo arte, donde de nuevo el Overlook dominaba buena parte de la narración.
Nadie ha sabido sacar tanto partido de una noche de hotel como Stephen King y, más de 50 años después de aquella estancia, el mundo sigue agradeciendo que eligiera el Stanley para alojarse.
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