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Te los decimos para que no te pille el toro

Objetos que una madre desastre nunca lleva a la playa (o a la piscina)

Lo tienes todo preparado, dejaste el bolso preparado el día anterior, faltaba añadir la merienda de la peque. Y justo cuando estás llegando a la piscina, a la que te has arrastrado con el enano y soportando una canícula de 40 grados (40 grados en verano en Madrid es para que el asfalto queme bajo tus pies y te suden partes de tu cuerpo que no sabías de su existencia), te percatas de que se te ha olvidado llevarle el bañador. El bañador ni más ni menos. No es que se te haya olvidado añadir una toalla, o un paquete de kleenex: el bañador. Así que vuelta a casa a buscarlo…

Madre e hijo en la playa

Madre e hijo en la playaiStock

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Sí, esto es verídico, le pasó a servidora que por algo porta, no sin cierto orgullo aunque a veces me pese, la medalla de “mala madre”. Y como mala madre que soy os puedo detallar todas aquellas cosas que yo y otras tantas como yo nunca llevamos a la playa o a la piscina. Allá van:

- Los kleenex o el paquete de toallitas: sí, tan socorridos los unos y los otros cuando uno tiene un hijo. Justo te das cuenta de que no metiste en la mochila cuando el niño se ha comido un helado de chocolate y tiene manchas por todo el cuerpo. También las tienes tú. Y la toalla. Y la ropa de baño. TODO.

- La sombrilla: bah, ¿para qué? Estamos yendo a la playa a buena hora, el sol ya no quema, tampoco hace tanto calor. Además, pesa, y ya voy bastante cargada con los bolsos, la nevera con las bebidas frías y la merienda, el pequeño, las sillitas… Claro, eres valiente y vas sin sombrilla, y cuando llegas a la playa el sol calienta sin tregua, la arena quema y el niño, que no es tonto, no deja de llorar porque parece que estéis en Dubai en pleno mes de agosto.

- 7 pañales de repuesto: has puesto un pañal de repuesto, por si las moscas. Pero no podías prever que esa tarde iba a ser la fiesta de la caca. ¡La fiesta de la caca y tú en la playa, con la arena, el sol que calienta, sin pañales ni kleenex!, ¿qué más puede ir mal?

- La gorra: a veces te ocurre que metes 20 gorras en la mochila, las vas sacando para lavarlas y de repente, ese día, ninguna. Ni gorra, ni gorro, ni sombrero ni nada… A lo sumo, un pañuelo que intentas atar como hacía tu abuelo o los albañiles de aquella obra para hacerle una especie de protección a la calva del bebé.

Paseando por la playa
Paseando por la playa | iStock

- La merienda: para ser justas, has cogido merienda, un par de plátanos que se te estaban poniendo ya blandos. Y un par de galletas. Pero justo ese día, el niño, que se ha recorrido la playa como si estuviera preparándose para una maratón, tiene un hambre del demonio. Y sus lloros se oyen desde la otra punta porque los plátanos no los ha querido (estaban ya muy maduros, reconócelos) y las galletas le han sabido a poco.

- Los manguitos: esto es muy común en la piscina. El niño no sabe nadar y tú no has cogido el flotador. Y allí está, con una rabieta del quince porque quiere entrar en el agua y no le puedes dejar porque cubre y no sabe nadar. Menos mal que siempre hay una madre perfecta que lleva más de un flotador: por cierto, ¿por qué llevan 3 ó 4 si solo tienen un hijo?

- El agua: sí, amigas, a una madre desastre se le puede olvidar la botella de agua o cantimplora a pesar de que en el telediario repitan día sí, y día también, que en verano hay que hidratarse mucho (sobre todo los niños y los mayores). Menos mal que siempre vas a playas con chiringuitos y allí podrás comprar una. Hacia allí te diriges cuando te das cuenta de que… ¡te olvidaste la cartera en casa y vas sin blanca!

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