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Diabetes gestacional: conoce los riesgos y la verdad detrás de los mitos
Mitos y realidades de la diabetes gestacional: lo que toda embarazada debe saber sobre síntomas, riesgos, alimentación y cuidados para proteger su salud y la del bebé, y cómo un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia durante y después del embarazo.

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La diabetes gestacional es un trastorno que aparece durante el embarazo y se caracteriza por un aumento de la glucosa en sangre. Su incidencia no es baja: puede afectar a entre un 10 y un 12% de las mujeres embarazadas.
A diferencia de otros tipos de diabetes, no se origina por la falta de insulina, sino porque las hormonas propias de la gestación dificultan que esta actúe correctamente en el organismo, alterando el equilibrio metabólico.
Aunque en muchos casos se percibe como un problema pasajero sin demasiada gravedad, los especialistas alertan de que puede tener consecuencias tanto para la madre como para el bebé si no se diagnostica y trata a tiempo.

Por ello, la detección precoz y el seguimiento médico son claves. La preocupación de los profesionales sanitarios radica en que la falta de información lleva a algunas mujeres a restarle importancia y a no adoptar medidas preventivas ni hábitos adecuados durante el embarazo.
Es por eso que, en este artículo, contamos con los conocimientos de la doctora Raquel Mula, ginecóloga especializada en Embarazo de Alto Riesgo de Dexeus Mujer. La experta habla sobre los mitos y la verdades de la diabetes gestacional.
¿La diabetes gestacional desaparece después del parto?
En la mayoría de las mujeres, la diabetes gestacional remite tras el parto y los niveles de glucosa en sangre se normalizan de forma progresiva. No obstante, la experta subraya que no debe entenderse únicamente como "una complicación limitada del embarazo". Haberla padecido actúa como una señal de alerta sobre el metabolismo y puede anticipar posibles complicaciones de salud en el futuro.
Según advierte la doctora, existe una mayor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 en los años posteriores al embarazo, especialmente entre 10 y 20 años después. Aunque no ocurre en todos los casos, este riesgo obliga a prestar atención a la evolución de la salud metabólica una vez finalizada la gestación.

Además, la diabetes gestacional también se asocia a una mayor predisposición a otras enfermedades, como obesidad, hipertensión arterial o alteraciones del colesterol. Por ello, los médicos insisten en la necesidad de un seguimiento clínico tras el parto, que permita controlar los cambios hormonales y reducir el impacto de posibles complicaciones a largo plazo.
¿Si no se detecta hay más riesgo de complicaciones?
Si la diabetes gestacional no se detecta a tiempo o no se trata de forma adecuada, el riesgo de que la madre y el bebé sufran complicaciones durante el embarazo aumenta de manera significativa.
Lo que complica aún más el panorama es el hecho de que la diabetes gestacional no suele producir síntomas evidentes. La mayoría de los casos se detectan gracias a los análisis de glucosa rutinarios. Solo cuando los niveles de glucosa están muy elevados pueden aparecer signos como sed excesiva o necesidad de orinar con más frecuencia.

Entre las posibles consecuencias se encuentran la hipertensión, el aumento del líquido amniótico, un crecimiento excesivo del bebé y una mayor probabilidad de parto por cesárea o de intervenciones instrumentadas. En los casos más graves, pueden producirse traumatismos durante el parto que afecten tanto a la madre como al bebé.
Por ello, la especialista insiste en la importancia de realizar un control metabólico adecuado durante todo el embarazo, aunque no se presenten síntomas, para prevenir estos riesgos y garantizar una gestación más segura.
¿Solo afecta a las mujeres con sobrepeso?
Existe la creencia de que la diabetes gestacional solo afecta a mujeres con sobrepeso o con hábitos alimentarios poco saludables. Sin embargo, esta afirmación no es correcta. Aunque el exceso de peso y una dieta desequilibrada pueden aumentar el riesgo, no son las únicas causas ni determinan por sí solas la aparición de este trastorno.

Cualquier mujer embarazada puede desarrollar diabetes gestacional, incluso aquellas con un peso adecuado y un estilo de vida saludable. Factores como la predisposición genética, la edad materna o los propios cambios hormonales del embarazo influyen de manera decisiva, lo que explica por qué puede aparecer incluso en mujeres sin factores de riesgo evidentes.
¿Hace falta medicación?
Existe la idea de que recibir un diagnóstico de diabetes gestacional implica necesariamente iniciar un tratamiento farmacológico, pero esto no suele ser así.

En la mayoría de los casos, más del 70 % de las mujeres consiguen mantener los niveles de glucosa bajo control mediante una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio. El uso de insulina se limita a aquellas situaciones en las que los cambios en el estilo de vida no resultan suficientes.
¿El bebé será diabético?
Otro mito frecuente es pensar que la diabetes gestacional significa que el bebé nacerá con diabetes. Esta afirmación es falsa: el bebé no desarrolla la enfermedad al nacer, aunque sí puede presentar un mayor riesgo de obesidad o alteraciones metabólicas en etapas posteriores de la vida si la glucosa materna no se controla adecuadamente.

¿Se puede comer fruta?
Uno de los mitos más frecuentes sobre la diabetes gestacional es que no se puede comer fruta, debido a su contenido natural de azúcares. Sin embargo, la fruta fresca sí puede formar parte de la dieta.
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Tiene que ser siempre con moderación y control de las porciones, ya que algunos tipos pueden elevar los niveles de glucosa en sangre. Lo recomendable es elegir frutas con menor índice glucémico y prestar atención a la cantidad consumida para mantener un buen equilibrio nutricional durante el embarazo.
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