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Tortilla de patata y ensaladilla rusa de nivelazo

Wilbran, un castizo madrileño del siglo XXI

Aunque por su nombre no lo parezca, Wilbran es un restaurante que ofrece comida de toda la vida adaptada a los nuevos tiempos. En un local bonito y con mucha historia, apuesta por dar de comer bien a una generación que, ahora más que nunca, mira hacia atrás en busca de los sabores de siempre.

La tortillaza de patata de Wilbran. Apetece, ¿no?

La tortillaza de patata de Wilbran. Apetece, ¿no?Restaurante Wilbran

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Los madrileños del siglo XXI ya no se llaman José, Manuel o Antonio. La generación que está teniendo hijos ahora y que pasa por ser la más viajada de la historia de nuestro país está llamando a sus hijos Maya, Lía o Axel. No por ello son menos castizos, muchos de ellos, de hecho, se crían en el centro de la capital, a la sombra de los símbolos madrileños de toda la vida (léase el Retiro con sus barcas, la pradera de San Isidro, tabernitas centenarias, etc).

Lo mismo ocurre con Wilbran, una casa de comidas nacida en este año 2015 y que, sin embargo, y aunque su nombre dé a entender otra cosa, sirve comida de la de la toda la vida. Y en un marco que, aunque remozado, alberga aún restos de lo que fue Casa Manolo, un restaurante clásico de la zona de Alonso Martínez. Es más: en Wilbran han mantenido los azulejos de cerámica, las baldosas hidráulicas del suelo y la barra, de madera y de mármol, que son patrimonio madrileño. Junto a esta herencia del pasado, taburetes tapizados y mesas altas en la parte más informal del restaurante. Lo de ayer y lo de hoy, unido.

El resultado es un espacio muy bien diseñado que, sin embargo, busca huir del topicazo de sitio mono en el que la comida es lo que menos importa. Aquí, de hecho la tortilla de patata o la ensaladilla mandan. La tortilla es sabrosa, blandita sin llegar a ser líquida y la ensaladilla, salvo por unas huevas de salmón que la coronan, es la de toda la vida: bien hecha, cómo debe ser, en la que se puede reconocer cada uno de los ingredientes perfectamente. En el resto de la carta pueden encontrarse albóndigas, calamares, callos, arroces... no hay más sorpresas que la que se lleva uno al encontrarse recetas clásicas perfectamente ejecutadas en un marco moderno. Y bueno, que los callos habrá algún día que piquen un poquito más. Lo normal, vamos

Para los gourmets más incansables también hay reservadas algunas joyas de la corona: las conservazas de José Peña con arreglo casero, los langostinos al ajillo, las almejas a la marinera... Y los carnívoros más acérrimos tienen su cuota de proteína megapremium con las carnes de La Finca de Jiménez Barbero en Guadarrama, entre las que destacan especialmente el T-Bone de ternera y la hamburguesa picada a mano en el local. Canela fina.

En los postres uno no sabe si decantarse por la tarta de queso, el tiramisú o el crumble de manzana y, al final lo hace por este último. Esta tarta tan especial llega templadita a la mesa en una ración ideal para compartir. Con una cremita de vainilla que se le añade por encima, la cuchara va, poco a poco, abriéndose paso entre unas manzanas teñidas por los frutos rojos que incluye la receta. Con un cafetito para terminar, uno acaba con la sensación de haber comido en casa de la abuela, de que nos han cuidado fetén y hasta le parece haber oído aquello de "no comes nada, hijo". Así es Wilbran y no se dejen engañar por el nombre: a castizo no lo gana nadie.

Wilbran. Orellana, 19. Teléfono 91 308 38 08. Horario: de 13:30 h. a 16:00 h. y de 20:30 a 23:30 h. Cierra lunes y martes noche y domingos todo el día. Precio medio: 25-30 euros.

Pista Cocinatis: Tienen un plato del día por 9 euros.

 

 

 

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