Y SIETE ESTRATEGIAS PARA HUIR DE ÉL
Siete pistas para detectar a un 'foodie'
Los 'foodies', esa ¿tribu urbana? capaz de desquiciar a cualquiera. Esa gente capaz de destinar dos horas de su vida a comentar una lechuga. ¿Cómo reconocer a un 'foodie' y huir de él antes de que sea demasiado tarde? Aquí algunos consejos que impedirán que caigamos en sus redes.
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El 'foodie' es una clase particular de aficionado a la cocina que vive su hobby desde el lado obsesivo–compulsivo de la vida. Lo 'foodie' se ha propagado como un extraño y agresivo virus cuyo efecto más dañino es transformar en pocas horas a gente aparentemente normal en superferolíticos gourmets capaces de gastarse anualmente en cenas el equivalente al PIB de Grecia. Podríamos situar el origen de esta pandemia en el éxito de cierto simpático cocinero de dicción confusa -ahora reconvertido en gurú a lo Steve Jobs– cuyo notable talento para la ubicuidad provocó un contagio masivo del virus 'foodie', a la vez que conseguía acabar con la paciencia de bastante gente.
Aquí indicamos los siete síntomas que te ayudarán a detectar a los 'foodies' y escapar de ellos antes de que malgasten dos horas de tu vida recordando aquella vez que comieron en elBulli:
1. Estás en la cola del súper y mientras vas colocando en la caja el contenido de tu cesta (palitos de cangrejo congelados, yogur de fresa marca blanca, pizzas precocinadas), la chica de atrás arruga la nariz. En su cesta hay un paquete de sal del Mar del Norte, semillas de lino, mini tostadas orgánicas alemanas, tofu, leche de avena bio… Evita el contacto visual con ella e intenta salir cuanto antes, puede que te haga sentir culpable y la próxima vez te dejes medio sueldo el pasillo 'delicatessen'.
2. En la panadería del barrio, un tipo con barba y Raybans pregunta a la horrorizada panadera si tienen pan con harina integral de kamut. Corre lo más rápido que puedas en dirección contraria. Los talibanes del pan son la subespecie más peligrosa.
3. En el trabajo, el contenido del 'tupper' de tu compañera no es una ensalada de pasta con maíz de bote de aspecto vagamente comestible, como el de todo el mundo, sino sushi casero de aguacate y pollo thai macerado al limón. Es una situación delicada, hay pocas posibilidades de evitar que te amargue la comida enumerando ingredientes que no podrías encontrar en el LIDL de la esquina. Necesitamos medidas drásticas, mírale a los ojos y suelta directamente: “no he visto 'Ocho apellidos vascos' ni pienso verla”. Esto la desconcertará el tiempo necesario para que puedas comer tranquilo.
4. Los foodies son usuarios implacables de las redes sociales. Dale a un foodie una cámara y acceso a internet y te hará la vida imposible. En este caso es fácil: tuit o entrada en Facebook o Instagram que empieza por “ Escapada gastronómica…” BLOCK. “Fantástico restauran... BLOCK”. Tu círculo social se reducirá de forma significativa, pero vivirás más relajado.
5. Una pareja de amigos te invita a cenar. Al servir el primer plato, un ceviche de algo dispuesto artísticamente sobre un rectángulo de pizarra, inician una interminable explicación sobre el complicadísimo y aburrido proceso de elaboración. Una opción es derivar la conversación hacia tu cistitis y los sucesivos tratamientos que te has aplicado. Puede que tu prestigio social se resienta, pero ahorrarás muchas horas de insoportable conversación sobre gastronomía.
6. En una reunión alguien utiliza las palabras “Maridaje”, “vinos biodinámicos”, “nueva carta”. Estamos en una situación extrema, no hay otra opción que fingir un ataque de epilepsia y tirarse al suelo entre convulsiones hasta que puedas abandonar el sitio en ambulancia y ponerte a salvo.
7. Tu novia se enganchó a uno de esos concursos de televisión en los que diversos individuos compiten por crear extravagantes platos. Desde entonces insiste para que te apuntes con ella a un curso de cocina. Mira, chico, hay muchas mujeres en el mundo. Quizá es el momento de que tu vida experimente un cambio. No lo veas como un final, sin como el principio de otra cosa. Tomamos algo un día… en fin.
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