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Paradas imprescindibles en la madrileña calle Ponzano

¿Practicas #Ponzaning? El nuevo deporte ‘foodie’ del que todo el mundo habla

Bodegas, creatividad, conservas, vanguardia, cañas y vermut. El hoy y el ayer conviven en una calle que debería salir en todas las guías turísticas que hablen de Madrid. Porque aquí sí, se come, se tapea y se bebe de lujo.

Las pizzas de Picsa, uno de los atractivos de Ponzano.

Las pizzas de Picsa, uno de los atractivos de Ponzano.Cocinatis

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La animada calle Ponzano de Madrid siempre ha sido sinónimo de tapeo de nivel y cañas bien tiradas. Un lugar para asegurarse un mítico sábado de aperitivo, donde puedes pasar de unas conservas de primer orden a un foie mi-cuit con frixuelos y plátano caramelizado. Pero también de una acalorada barra a una pausada mesa de nivel. Por poder, puedes hasta viajar, a destinos efímeros y mutantes. ¿No nos crees? Te contamos cómo.

Los de siempre. Alipio Ramos, El Doble y Fide

Una parada para la que no hace falta DeLorean que nos lleve a otro tiempo. La barra de Alipio Ramos (Nº 30) es un viaje al pasado, a esas bodegas madrileñas de culto popular. Gastronómicamente hablando hay lugares de más interés (seguramente) pero es un clásico. Por su ambiente, sus tapas y sus cañas bien tiradas. Como bien se tiran también en El Doble (Nº 58), un local de aires taurinos, azulejos y paredes plagadas de ilustres que han pasado por allí. Hacerse hueco en la barra y pedir unas conservas siempre es un acierto. Y es que "una caña no es un vaso de cerveza" y eso es algo que se pregona en esta calle sin disimulo alguno. También en esta última parada de corte tradicional de la ruta Ponzano, Fide (Nº 8), donde te puedes poner fino a marisco y otros bocados de mar, sin despreciar para nada su oferta enlatada.

Factoría Bonet: Sala de despiece, Academia de despiece y Muta Bar

Desde que en septiembre de 2013 Javier Bonet pusiera el ojo en Ponzano nada sería como antes. Con la apertura de Sala de despiece (Nº  11) aterrizó en esta calle un nuevo concepto que se abriría paso rápido y con grandes argumentos bajo el brazo. Cajas de mercado, guantes, cuchillos de carnicero y demás inquietantes artilugios en las paredes. Ganchos que caen del techo y una carta presentada a modo de albarán. Sobre la barra, producto y producto. Bocados de mar, tierra y sobresalientes carnes.

Tras la Sala llegó la Academia, pura experiencia gastronómica. Una mesa-escuela donde te pringas, comes y te gradúas. Un enigmático y divertido concepto que merece la pena probar. Pero antes de Academia de despiece (Nº 13) había abierto Muta Bar (Nº 10), que en originalidad no se queda atrás. Se trata de un espacio mutante que viaja de aquí para allá rescatando lo mejor de diferentes cocinas. De Brasil a Baleares pasando por la Cornisa Cantábrica. Todo es posible… y efímero.

De lo nuevo lo mejor: Le Qualitè Tasca

Somos fieles a los de siempre y nos dejamos conquistar hace tiempo por el riesgo de mutar y despiezar, pero Ponzano es un ser vivo, se alimenta de la gente que se arremolina en sus aceras y se reproduce constantemente. Aquí no vale ir despistado porque seguro que algo nuevo te estarás perdiendo.

Y así, para rematar esta ruta con criterio, nos acercamos hace bien poco para olisquear qué había de nuevo y para probar algunas propuestas relativamente recientes que estaban pendientes en agenda. Es el caso de Le Qualitè Tasca (Nº 48), un coqueto local del que salimos encantados. Una carta de vinos con un montón de propuestas por copas que esquivan el sota-caballo-rey, algo que aplaudimos fervientemente. A la mesa, un homenaje al producto y los pequeños productores, con una carta que rota marcada por la temporalidad, sin disfraces, con originales y curiosos bocados. El foie se acompaña de frixuelos y el secreto ibérico de pastel de verdura eco y torta del Casar. Repetiremos.

Otras nuevas alternativas para practicar #Ponzaning son Toque de Sal (Nº 46), Candeli (Nº 47) y Bar La Lata (Nº 36). Paradas que se suman a consolidados atractivos que no olvidamos, como son las croquetas y recuerdos del sur de Lambuzo (Nº 8), las 'picsas' de Picsa (Nº 76) y la fusión de base asiática de Sudestada (Nº 85) ambos de otro tándem de altura, Estanis Carenzo y Pablo Giudice... Y así hasta llegar al número 99, al filo de la despedida, allá donde acaba Ponzano, donde uno puede dejar las cañas, latas, mutaciones y demás para optar por la cocina japo de 99 sushi bar, uno de los mejores de Madrid en la materia.

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