La enfermedad COVID-19 provocada por el nuevo coronavirus se ha propagado con gran rapidez por el planeta, con cerca de 725.000 casos confirmados. Para frenar la propagación de esta pandemia se están aplicando en todo el mundo medidas estrictas para contenerla, cerrando ciudades e incluso países.
Este cese de la actividad por el coronavirus se ha visto reflejado en una reducción significativa de las concentraciones de los contaminantes, sobre todo en grandes ciudades.
El confinamiento domiciliario y el cierre de gran parte de las empresas decretado por el Gobierno ha hecho que los desplazamientos por carretera se hayan reducido. Uno de los principales termómetros para medir ese brusco descenso del tráfico y de la actividad económica por el coronavirus son las estaciones de servicio, que según explican están viviendo un desplome sin precedentes en la venta de carburante de cerca del 90%. Las gasolineras, al límite, piden cerrar más de 3.000. Las más alejadas de los principales núcleos de población y polígonos industriales, en los que todavía se registra algo de actividad, son las más perjudicadas.
Por otro lado, con más tiempo libre y dentro de casa producto de la cuarentena por el coronavirus, los ciudadanos están comprando mucha cantidad de harina para hacer panificaciones caseras, lo que podría provocar su desabastecimiento. Las redes sociales pueden dar testimonio de la cantidad de fotos de una gran variedad de creaciones culinarias que hacen las familias, parejas y amigos que aprovechan los ratos de ocio para aprender o desplegar su conocimiento sobre pastelería. Lo mismo está sucediendo con la levadura y el chocolate.
Lo de raparse la cabeza en plena cuarentena ha llegado también a las redes sociales, y hay varias razones de por qué la gente lo está haciendo: esta crisis a causa del coronavirus va a suponer un gran cambio en nuestras vidas y la idea de raparse va en sintonía con la de renovar el cabello, de renovarnos por fuera, así como este tiempo de encierro va a renovarnos por dentro. Otro motivo es que como las peluquerías están cerradas y e posible que no haya nadie contigo diestro en el arte de las tijeras, siempre te puedes cortar el pelo con una maquinilla y para cuando acabe el confinamiento igual ya te ha crecido.
El confinamiento por el coronavirus está provocando que la gente se piense hasta el ir a hacer la compra. Muchas familias, realizan la compra una vez a la semana, pero la recomendación de no salir de casa está haciendo que se recurra a las compras online. Los supermercados no dan abasto. No hay problema de abastecimiento, pero sí lo hay en las fechas de entrega. La gente comienza a notar la demora en las entregas, que superan los diez días en algunas compañías.
Relacionado con esto último, un sector que está sufriendo como el que más esta crisis por el coronavirus es el de la moda ya que algo tan habitual como era antes el hacer pedidos online se ha desplomado más de un 80%, según datos Acotex. Muchos agentes del sector aseguran estar viviendo una situación "dramática".