Verifica A3N

Los bulos más frecuentes sobre las mascarillas contra el coronavirus

Las mascarillas siguen estando en el punto de mira y son noticia por el fin de su obligatoriedad en exteriores, en España, desde este último fin de semana de junio. A lo largo de la pandemia muchos han sido los bulos que han circulado sobre las mascarillas. El negacionismo siempre ha dudado de su efectividad. Repasamos algunas de las desinformaciones y falsas creencias más frecuentes en una nueva entrega de Verifica A3N.

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Primero fueron los falsos remedios caseros, luego dudaron de la efectividad de las mascarillas y más tarde, según avanzaba la pandemia del COVID-19, la vacunación. Los bulos siguen circulando y las mascarillas han sido la 'obsesión' de los negacionistas, dudando de su eficacia y lanzando mensajes de "No más bozal" de todas las maneras posibles. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud sigue señalando que son esenciales para eliminar la transmisión del coronavirus y salvar vidas.

Un vídeo que señalaba que "las mascarillas vienen ya contaminadas" se hizo muy viral y fue muy comentado en las últimas semanas. Incluso hablaban de la aparición de larvas. Pero no, son fibras que se mueven por convección o electricidad estática. Las mascarillas no vienen con gusanos incluidos en el pack.

No producen hipoxia ni pleuresía

Uno de los bulos más extendidos a lo largo de la pandemia es que el uso prolongado de la mascarilla produce hipoxia cerebral. Una imagen se viralizaba, señalando que “respirar una y otra vez aire exhalado se convierte en dióxido de carbono” y esto hace que se produzca una intoxicación. Son afirmaciones incorrectas. Las mascarillas no provocan hipoxia ni retienen el CO2. Lo que filtran son las partículas, no retienen el aire. Los expertos hacen hincapié en que este elemento de protección individual fija y detiene las partículas, no el aire. Tampoco producen pleuresía ni generan infección pulmonar bacteriana.

Es falso que aumenten el riesgo de tumores o que contengan "químicos cancerígenos"

Otro de los bulos más virales sobre mascarillas señala que la mayoría de las que usa la población están hechas de teflón y esto aumenta el riesgo de padecer tumores. Pero no, no hay ninguna evidencia científica sobre ello, es completamente engañoso con el fin de alarmar a los ciudadanos.

“Las mascarillas quirúrgicas desechables que usa la mayoría de la población están esterilizadas con óxido de etileno y hechas de PTFE (politetrafluoretileno, más conocido como teflón), un carcinogénico hecho a partir de fluoruro sintético”, señala una de tantas imágenes fakes que se han viralizado.

Ni las mascarillas quirúrgicas ni las FFP2 llevan este material que tanto preocupa a los negacionistas. Tampoco hay evidencias que vinculen las mascarillas con químicos y un aumento del riesgo de cáncer. Y tampoco hace que respiremos "los deshechos pulmonares todo el día" como indican multitud de mensajes negacionistas que siguen circulando.

El supuesto estudio de Stanford que duda de su efectividad

Varias publicaciones que circulan en redes sociales siguen poniendo en duda la eficacia de las mascarillas contra el coronavirus. Estos mensajes hablan sobre un supuesto estudio de la universidad de Stanfordque indica que las mascarillas “son ineficaces para bloquear la transmisión de persona a persona de enfermedades víricas e infecciosas como la COVID-19” o que “se ha demostrado que el uso de mascarillas tiene importantes efectos fisiológicos y psicológicos adversos”. Pero este artículo en cuestión no tiene vinculación con la Universidad de Stanford. A través de su cuenta oficial de Twitter, @StanfordMed, han publicado un comunicado al respecto señalando que apoyan "el uso de mascarillas faciales para controlar la transmisión de COVID-19"

Los expertos niegan los supuestos efectos adversos para la salud de las mascarillas. No hay pruebas de que las mascarillas homologadas, utilizándose según las recomendaciones de las autoridades sanitarias, supongan un problema para la salud. Desde la Organización Mundial de la Salud defienden su uso como parte de una estrategia para frenar el coronavirus y su transmisión, a pesar de los numerosos bulos que siguen circulando hasta hoy.