Guerra ruso-ucraniana

Rusia tira de misiles para masacrar a la población civil en Ucrania, mientras Zelenski pide más ayuda militar

Con su Ejército al borde del colapso, Vladímir Putin sigue ordenando bombardeos sobre la población civil en Ucrania. Crece la tensión social en Rusia y el Kremlin teme que estalle una sublevación civil.

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Ucrania vuelve a ser objeto de la ira de Vladímir Putin, furioso tras el bombardeo al puente que une Crimea con Rusia durante la guerra ruso-ucraniana, y que fue realizado apenas 24 horas después de que él cumpliera 70 años. Por ese motivo, y mientras su Ejército agoniza lentamente, el líder ruso reorganiza la cúpula militar, poniendo al mando a uno de sus generales más sanguinarios, que ya tiene experiencia tras haber combatido en los Spetsnaz y haber luchado en Afganistán, Chechenia y Siria.

Ha sido precisamente ese nuevo general, Serguéi Surovikin, el encargado de realizar los bombardeos más recientes en varias ciudades de Ucrania, incluida la capital del país, Kiev. Más de una decena de personas ha perdido la vida y hay al menos 60 personas heridas, en un balance provisional que, se espera, aumente en las próximas horas. La OTAN y la Unión Europea han condenado estos actos, que califican de "crímenes de guerra".

Precisamente, este lunes, Ucrania ha emitido una orden de busca y captura contra el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, después de lanzar una amenaza contra los ucranianos y decir que este ataque "ha sido el primer episodio". Con esta amenaza, Medvédev confirma que Rusia tiene previsto llevar a cabo más ataques contra Ucrania si las tropas de Zelenski continúan su ofensiva. El presidente ucraniano sigue solicitando ayuda militar a los países occidentales, con el objetivo de diezmar a la mayor brevedad a las tropas rusas.

El Kremlin, preocupado ante una sublevación civil en Rusia

Las protestas en Rusia siguen recrudeciéndose ante las continuas órdenes de Vladímir Putin para movilizar a sus ciudadanos a combatir en Ucrania, incluso contra su propia voluntad. Por ese motivo, hay temor en el Kremlin a que estalle una sublevación civil que termine por defenestrar a Putin y a todo su gobierno. Aunque las autoridades rusas parecen tener controlada la situación, el malestar social en Rusia es cada vez más evidente.

De hecho, los propios soldados reconocen en llamadas a sus familias que todo está saliendo rotundamente mal y la mayoría siente que su propio país los ha abandonado. Muchos de ellos están enfermos, no tienen apenas comida ni agua para mantenerse sanos y llegan a rendirse ante el Ejército ucraniano, siendo conscientes de que solo tienen dos opciones en caso de no triunfar: morir o rendirse ante sus enemigos y ser apresados si no se pasan al bando contrario.

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