Basura espacial

Un sistema 'Made in Spain' que frenará la basura espacial

Es todo un hito pionero en el ecologismo espacial. La empresa cien por cien española GMV ha presentado el primer "basurero" espacial que se incorporará a los satélites que lance la Agencia Espacial Europea (ESA).

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Mariela Graziano, directora ejecutiva de Estrategia y Desarrollo de Ciencia de la empresa 'GMV' nos explica que han tardado tres años en crear este robot. El sistema es bien sencillo: "Se incorpora al satélite y cuando este falle y sea ya inservible, el robot está creado para acercarlo a la atmosfera y que se queme de forma natural".

De momento será solo para los satélites de la ESA pero la idea es extenderlo más allá de los países europeos. Pero hay razones para que se extienda: "De la misma forma que cuidamos el ecosistema marino o los bosques, también debemos proteger el espacio si queremos seguir utilizándolo en el futuro", añade Mariela.

Nuestra sociedad depende y mucho de los satélites pero debemos cuidar su hogar, el espacio. Cada uno de nosotros interaccionamos alrededor de 100 servicios al día sirviéndonos de ellos de: observación de la tierra, meteorología, telecomunicaciones, geoposicionamiento, transferencias bancarias, poder conocer lo que está pasando en la otra parte del mundo, etc. El espacio se postula como un nuevo ecosistema a proteger.

Hay datos que también nos deben concienciar: ahora hay más de 17.000 satélites de alrededor de 11.500 toneladas y el sector espacial ha experimentado una profunda transformación impulsado tanto por iniciativas institucionales como por inversiones privadas. Y no solo eso: la acumulación de desechos orbitales representa una amenaza tangible para las operaciones espaciales futuras, pudiendo provocar colisiones y el efecto cascada conocido como Síndrome de Kessler, donde la densidad de objetos en la órbita baja terrestre es suficiente para iniciar una reacción en cadena de colisiones.

Tres satélites al día

Este fenómeno está incrementándose con el 'New Space' debido a la reducción de costes, el uso intensivo de componentes, la estandarización o la aceleración de los ciclos de desarrollo. 'StarLink' por ejemplo lanza más de 3 satélites al día.

La Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA) lleva tiempo alertando del grave problema que los desechos espaciales, se abre en ventana nueva ocasionan y de la necesidad de su prevención, hasta el punto de que en 2007 la Asamblea General de la ONU aprobó un conjunto de directrices para su mitigación.

Por su parte, la ESA abre desde hace tiempo ventanas ante los riesgos de la basura espacial. Ahora, gracias a este sistema español, la ventana de ese riesgo podrá cerrarse un poco más.

Los satélites son uno de los principales ejemplos del continuo avance de la tecnología y la investigación científica. Estos aparatos tienen varias funciones, como: captar las ondas eléctricas de las estaciones de televisión, medir a distancia la disponibilidad de recursos terrestres, predecir lluvias y fenómenos climáticos, enviar fotos exclusivas del espacio, entre otras posibilidades que siguen aumentando.

En 2020, Airbus fue seleccionada por la Comisión Europea para desarrollar naves espaciales dentro del programa 'Horizonte 2020', en un proyecto que tiene como objetivo la fabricación y montaje de satélites en el espacio, en la órbita terrestre. Además, también se está desarrollando otros programas de investigación, como el despliegue de una impresora 3D en el espacio para crear componentes de satélites.

La construcción de un satélite no es un asunto sencillo y puede llevar de 2 a 4 años. Los satélites científicos que viajan más allá de la órbita terrestre pueden tardar el doble, entre 8 y10 años, debido a la complejidad de sus misiones y a la tecnología necesaria para conseguir los resultados deseados durante su desarrollo.

Una vez construidos, llega el momento de lanzarlos al espacio, lo que hace crucial la participación de la gravedad: solo es posible orbitar la Tierra cuando la velocidad del objeto lanzado es mayor que la atracción de la gravedad del planeta. Sin ella, el satélite volaría directamente al espacio o caería de vuelta al lugar de donde vino. Para conseguirlo, el lanzador utiliza simplemente su sistema de propulsión. Alrededor del 70% de su peso es propulsor.

No es de extrañar que el Ecuador sea el mejor lugar de lanzamiento, ya que cualquier cosa en esta latitud ya viaja a 1.670 km/hora. Para alcanzar la órbita, un objeto debe girar lo suficientemente rápido como para escapar de la atracción de la gravedad del planeta. Los cohetes proporcionan suficiente empuje para alcanzar esta velocidad de escape. Sin embargo, si se hace desde el Ecuador, recibe un empuje extra por la inercia de la propia superficie de la Tierra.

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