Es el lamento de Elsa Suárez, enferma de fibromialgia, una patología que, como reza su camiseta, no es imaginaria. Hasta hace unos 15 años, la enfermedad no estaba reconocida, sólo existían los síntomas: dolores musculares, arritmias, mareos y que van a más con el tiempo. Es una enfermedad que por ahora no tiene cura. Y de ello da fe esta mujer de 54 años. Hace tres lustros empezó a sentir los síntomas y sólo le recetan fármacos para mitigar el padecimiento, unas medicinas que destilan un catálogo de efectos secundarios.
A este cuadro, se suman un creciente aumento de los dolores. Y por ello pide que la atienda la Unidad de Paliativos. Según la denuncia presentada ante el Diputado del Común, su reumatólogo del Hospital Negrín no reconoce su gravedad.
Además de las secuelas físicas, otra consecuencia es que no percibe ninguna ayuda.