Horas antes de la apertura la policía velaba para que la entrada de trabajadores a los grandes centros comerciales se produjera sin incidentes, en la puerta de personal sindicalistas entregaban octavillas. Piquetes que acudían también a las principales zonas comerciales y mercados de las capitales. Al paso por comercios abiertos algunos manifestantes pedían a quienes sí estaban trabajando que echaran el cierre y se unieran a la huelga.
Los representantes sindicales entendían que en banca y comercio el seguimiento ha sido desigual por el miedo a represaliasLos comerciantes excusaban a los manifestantes pero advertían que esta huelga ha frenado el consumoLa imagen a mediodía era la de la mayoría de comercios abiertos a penas unas decenas de persianas bajadas y calles muy concurridas pese a que en el interior de las tiendas no había muchos clientes