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ASÍ SE PRODUJO LA INVASIÓN

200 personas acaban con la ilusión de la UD

A menos de 2 minutos del final de partido y debido a su irrupción en el terreno de juego el árbitro suspendió el partido

El Córdoba aprovechó la confusión y el césped terminó convirtiéndose en una lamentable escena de violencia y caos.

Solo fueron 200, pero la invasión que protagonizaron estos vándalos determinó que hoy Las Palmas no sea un equipo de primera división. Su irresponsabilidad terminó provocando una situación lamentable de caos y confusión que favoreció al Córdoba. Una minoría que en absoluto representaba a la afición ejemplar que animó durante todo el partido y recriminó la actitud de los exaltados que invadieron el campo.

De hecho los amarillos, a esas alturas, saboreaban ya la victoria. A falta de minuto y medio y con un gol a favor, la Unión Deportiva no podía imaginar que su futuro iba a terminar truncándose en sólo unos segundos. El Córdoba aprovecha la confusión y el césped termina convirtiéndose en una lamentable escena de violencia y caos.

A sólo minuto y medio del final y con el ascenso de la Unión Deportiva casi materializado, un grupo de seguidores salta al campo. Algunos se descuelgan de las gradas, pero un gran número accede al estadio desde fuera.

Invaden la zona de juego. El árbitro advierte al Presidente: si no se van, anulo el partido. Pero ni las imprecaciones de las gradas ni los intentos de los propios jugadores sirven de nada. Los asaltantes siguen campando a sus anchas.

El árbitro entonces decide reanudar el encuentro en mitad del desconcierto y el Córdoba termina por aprovecharse de la confusión para marcar este gol a 30 segundos del final.

Llega entonces la imagen más bochornosa: batalla campal entre aficionados, se atacan entre ellos, a los jugadores locales, a los rivales.

Un responsable de seguridad se encara con todo un grupo. Reina la tensión, la ira pero también la tristeza.Los propios andaluces, que no dudaron en consolarles, salían conscientes de que el descontrol fue el que les dio la ventaja.

Aunque su felicidad no tuvo el mejor escenario.

Los árbitros prefieren no hablar. Ellos ni siquiera eran capaces de hacerlo.

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