El cantante Beck, en el Dcode

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EL FESTIVAL MADRILEÑO REÚNE A 17.000 PERSONAS

Dcode 2014: Agujetas y un feliz dolor de cabeza con Beck, Jake Bugg y Vetusta Morla

Con un cartel ecléctico y efectivo, miles de madrileños disfrutaron en la última juerga del verano de la veteranía de Beck, la brillantez del jovencísimo Jake Bugg o de la solidez de Vestusta Morla, amén de satisfacer a paladares finos con Anna Calvi, o de sorprender a los más osados con los arrolladores Royal Blood.

Se acabó el verano. No lo dijo el calendario. Es que un año más, y ya van cuatro, el Dcode se ha encargado de que miles de parroquianos madrileños vuelvan al cole con agujetas en las piernas y, quien más quién menos, con un feliz dolor de cabeza.

Muy buena juerga (“la mejor de su vida” rezaban algunos en las redes sociales mientras reptaban de vuelta a sus casas) la que este sábado reunió 17.000 almas, aunque la gran mayoría no se dejaron caer por el recinto de la Ciudad Universitaria hasta ver al sol ponerse el pijama.

Una pena porque la mayoría se perdieron dos de las propuestas más interesantes de un cartel perfectamente calibrado para también dejar satisfechos los paladares melómanos más finos.

La hora y media de Beck fue intensa, salvaje, íntima, nostálgica y rompedora

A la hora de la merienda, con el sol apretando y con la organización regando alegremente a los que, osados, se arremolinaron a los pies del escenario Heineken, salieron Band of Skulls. El panorama les importó un pito, porque lo que ellos tenían preparado era una insólita demostración de energía con un sonido sólido y contundente. Qué calor ni que calor.

Cinco minutos separaban a los británicos del siguiente concierto. Y lo de los cinco minutos es por horario, porque para el lector que no haya estado nunca en el festival capitalino, sepa usted que de un escenario a otro se puede llegar haciendo la croqueta. Vamos, que están pegados el uno al otro. Y esto, querido lector que puede que hayas estado en el Primavera Sound, en el que cambiar de escenario es como hacer el camino de Santiago, es muy de agradecer. Sigamos.

Anna Calvi reunió bastantes más adeptos, aún con gafas de sol, dispuestos a gozar con sus sonidos oscuros, llenos de texturas y matices, y con su sorprendente voz profunda nacida de un cuerpo diminuto. ¿Cómo semejante cóctel puede dar como resultado algo tan bello?

Con un increíble estilo, Calvi es una especie de Marilyn neogótica ‘brit’ que trata con todo menos con dulzura a sus instrumentos, capaz de hacer que uno entre en un trance culminado con ‘Jezebel’.

Con la caída del sol llegó el pop simpático de los Bombay Bicycle Club, la primera cita señalada en la agenda para el grueso de los asistentes que, se les notaba, venían con ganas de mover el esqueleto.  Lo consiguieron con los mejores temas de su último disco ‘So Long, See You Tomorrow’, y, sobre todo, con su ‘hit’ más conocido ‘Always Like This’.

Todo había acabado demasiado arriba para la propuesta de la tierna y dulce Russian Red, que cierto es, venía con el triple de energía de la habitual, pero como de todos es sabido que lo suyo es moverse por los lares del intimismo, muchos peregrinaron hacia el escenario más pequeño. Allí esperaban los arrolladores Royal Blood: Un bajo, una batería y un chorrazo de voz dejaron bien clarito por qué son el grupo de moda en Reino Unido.

Vetusta Morla nunca falla, y en casa menos

Y para dar la bienvenida a la luna, una estrella en ciernes: Jake Bugg salió al escenario para elevar el ‘hype’ de la noche, quitándose la pinta de niño bueno a golpe de guitarra, lucidez y, en (muchas) ocasiones, genialidad. “Telonear” a Beck no jugó en su contra, porque no faltó nadie,  aunque solo fuese por saber quién es ese chaval de 18 años del que son fans Lily Allen, Elton John, Chris Martin o Damon Albarn.

El que se las sabe todas y sabe que las tiene todas consigo es Beck, que salió confesándose ‘Perdedor’, y continuó alternando temas de su último disco ‘Morning Phase’ con los coreables más clásicos. Fue una hora y media intensa, salvaje, íntima, nostálgica y rompedora, en la que hubo tiempo para improvisar, charlar y para convertir el escenario en una escena del crimen. Genio y figura.

Los que nunca fallan son los chicos de Vetusta Morla, y jugando en casa menos. Saltaron a la cancha con toda la artillería ante un público que se sabía todas y cada una de sus letras, incluyendo las del último disco ‘La Deriva’. Los acordes de ‘Copenhague’ o ‘Valiente’, cuando callan, o cuando Pucho habla con el público,  demuestran que son la banda nacional con el directo más solido y pulido, redondo, contagioso y envolvente.

Ya bien entrada la noche, y con algunos dándose de baja por las horas, La Roux sacó sus sintetizadores para convertir el recinto en una pista de baile, aunque solo fue capaz de conectar con el público con canciones de su disco primer disco como ‘In For The Kill’ o ‘Bulletproof’. Entendámonos: ‘Trouble In Paradise’ le ha quedado bastante planito.

Para cerrar la noche salieron los Chvrches, con su electro pop alegrón coloreado con la dulce voz de Lauren Mayberry. Bailar se convirtió más en un ejercicio de meneíllo con los sonidos de ‘The Mother We Share’, ‘We Sink’ o ‘Recover’, pero para acabar de echarlo todo ya están los dj’s ¿no?

No fueron pocos los que se quedaron para desprenderse de las energías que les quedaban. Digitalism tenía una dura tarea: convertir en realidad eso del “noches alegre, mañanitas tristes”.

Y así fue, aunque no para la que escribe estas líneas porque este cierre exitoso del festival se lo ha contado un amigo. Ay…

Ya saben: vuelta al cole con agujetas y un feliz dolor de cabeza.

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