Se trata de una exposición compuesta por fotos que empezó a captar en 1957 y que terminó en 1982, cuando pulsó el último click de su cámara.
Desde la instantánea más antigua a la más reciente, 'Platerito y yo'. Y a lo largo del camino nos mostró el Rastro, un día de lluvia en Madrid, nos enseñó que "caminante, si hay camino" en un día en Alicante y plasmó para siempre a los viejos afiladores. Por estas fotos jamás percibió dinero alguno.
Se trata de un maestro a la hora de combinar el movimiento y lo estático. Captamos la negativa a comer de su hijo Ángel , el vaiven del columpio, icluso la voz de un lotero que se adivina.
Pero su pasión es su familia, que retrata contínuamente: su mujer y su hijo mayor, que se esconde tras una contraportada de El Cordobés, quien pegunta ¿quién anda ahí?, o acompaña haciendo hilos a su abuela. Retratos que permiten trasladarnos al mismo instante en que fueron hechos.
Ángel Rojo, ganador de premios nacionales e internacionales, se negó a usar las cámaras digitales. Como él decía:" prefiero la magia de la emulsión fotográfica junto a la tenue luz roja con olor a revelador y fijador".
Su exposición, 'Los ojos del silencio' estará hasta el 18 de Octubre en la Sala 'Cambio de Sentido' de la calle Recoletos 1 de Madrid.
Para los que quieran viajar en el tiempo de la mano de una mago de la fotografía, de un soñador, de alguien que creyó que lo cotidiano era su mayor tesoro.
Un maestro ya fallecido. Pero, sobre todo, un hombre honesto y valiente que, seguramente, está ya fotografiando el cielo.
