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SEGÚN UN ESTUDIO PUBLICADO POR LA REVISTA PNAS

Los chimpancés y orangutanes también sufren la crisis de los 40

Un equipo de investigadores ha descubierto que chimpancés y orangutanes tienen una curva del bienestar o de la felicidad igual a la de los humanos, en forma de "U".

Esta forma en "U" significa implica que la tasa del bienestar es alta en la juventud, cae en la madurez y se recupera en la vejez.  En el caso de los simios, esta crisis de la mediana edad la experimentan entre los 20 a los 30 años, ya que su vida es más corta.

Este estudio pretende desarrollar así la teoría de que el modelo de bienestar del ser humano podría haber evolucionado en los ancestros comunes de los humanos y los grandes simios.

El bienestar decae en la edad madura y se levanta en la vejez

Un equipo internacional de investigadores, entre ellos el profesor Andrew Oswald, economista de la Universidad de Warwick y el psicólogo Alex Weiss, de la Universidad de Edimburgo, ambas instituciones en Reino Unido, descubrió que, al igual que en los humanos, el bienestar de chimpancés y orangutanes sigue una forma de U y es más alto en la juventud, mientras que decae en la edad madura y se levanta de nuevo en la vejez.

Muestra de 508 primates
Los autores estudiaron a 508 grandes primates alojados en zoológicos y santuarios de Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia y Singapur. La fecilidad de los simios fue evaluada por voluntarios, investigadores y cuidadores que conocían bien la especie y se marcó con una serie de medidas adaptadas al bienestar subjetivo de los humanos.

"Teníamos la esperanza de entender un famoso rompecabezas científico: por qué la felicidad humana sigue un patrón aproximado de U en la vida y terminamos mostrando que no puede ser a causa de las hipotecas, la ruptura matrimonial, los teléfonos móviles, o cualquiera otra parafernalia de la vida moderna. Los grandes simios también tienen una bajada pronunciada a mitad de la vida y no tienen ninguno de esos elementos", explica Oswald.

Estos científicos consideran que sus hallazgos no descartan la posibilidad de que los acontecimientos económicos o de las fuerzas sociales y culturales contribuyan en parte a la forma U del bienestar en los seres humanos, pero ponen de relieve la necesidad de considerar también las explicaciones evolutivas y biológicas.

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