Mataderos a tope
"Sacrifico el 30% de mis vacas para poder mantener al resto de la cabaña"
La sequía deja los campos sin pasto para los animales. El precio del pienso y de la paja se ha duplicado en un año.
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Hasta 200 vacas corren en estampida tras una vieja furgoneta “C15”. Arrastra una tolva que va soltando pequeñas cápsulas de pienso por la dehesa salmantina. Es el sustento necesario de estos animales cuando el pasto natural no existe. En lo que debía ser un lecho de vegetación de más de 30 centímetros de altura, sólo hay polvo y algún matojo amarillento. La sequía es implacable.
Los mataderos están funcionando con lista de espera
Gaspar hace números pero todos le salen rojos. Por eso tendrá que sacrificar el 30% de su cabaña. Estos son los datos: una vaca come unos 10 kilos de alimento cada día. El gasto de este banquete le supone al ganadero unos 1.000 euros anuales por animal. Puede parecerle una barbaridad… y lo es. Más si tenemos en cuenta que hace un año el gasto no llegaba a la mitad. La tonelada de pienso está a unos 400, el doble de antes de que empezara la invasión de Ucrania. Una tonelada de paja está en torno a los 100. Y aquí el problema no es sólo el precio, sino también la escasez. La sequía provoca una dramática ausencia de pastos y los ganaderos no encuentran rentabilidad en seguir alimentándolas, así que la solución es el matadero. “Sacrificar a casi la mitad para que las demás puedan vivir”, sostiene Gaspar mostrándonos una vaca de 12 años: “esa irá ya al matadero cuando lo suyo es mandarlas con 15 ó 16 años. Perdemos 4 años de rentabilidad de cada animal”.
Se envía al matadero a vacas de 12 años, 4 antes de lo habitual
Felipe es el responsable del matadero de la localidad zamorana de Fuentesaúco. La actividad ha aumentado del 70 al 110%. Es consciente del temor y la incertidumbre de los ganaderos ante la falta de rentabilidad. Tal exceso de carne implica una bajada de los precios que recibe el ganadero. El problema aumentará cuando en años venideros haya muchas menos reses que sacrificar y los precios suban para el consumidor.
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Pilar y Jesús son la excepción a la falta de relevo generacional en el rural. Estos veinteañeros ya tienen su propia explotación, pero son conscientes de que habrán de sacrificar a casi el 40% de sus animales. Se saben afortunados por tener su propio negocio tan jóvenes. El problema es que no saben si podrán vivir de ello.
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