Bio, ecológico, alimentos funcionales...
¿Estás pagando más por estos productos en el super? Pues te están timando
No podemos negar que ir al supermercado no es sencillo, ni barato. Están inundados de información, descuentos, ofertas, colores… Cada producto está colocado estratégicamente, cada pasillo exacto para “facilitar” la compra. Hasta la música está seleccionada según el momento del día o la cantidad de gente.
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Está todo pensado… o no. Podemos ir al supermercado con un súper-poder y conseguir ganar la batalla. Se llama: hacer una compra consciente.
Parece sencillo así dicho ¿verdad? Llevar una lista con lo que nos hace falta (y seguirla) o ir sin hambre son trucos que nos facilitará no caer en compras impulsivas que nos harán comprar productos que no necesitamos y qué casualidad, no suelen ser los más baratos.
Pero no nos quedemos ahí, hay muchos alimentos que creemos que son más sanos o mejores que otros. Nuestra cabeza nos dice: si son más caros, serán mejores. Ese pensamiento es lógico, pero no siempre se ajusta a la realidad. Hoy descubriremos algunos alimentos por los que pagáis más pensando que son mejores… pero no.
- “Producto que quieras” DE LA ABUELA: no, no hay abuelas en la industria, eso para empezar. Para seguir, esta frase no significa nada. Nos hace pensar en algo elaborado con un cariño especial, como el de nuestra abuela. El cariño no tiene precio ¿verdad? Pues sí, sí lo tiene y más caro sin que el producto sea mejor. Os contaré un secreto: hacemos todos los alimentos con el mismo cariño. Nuestras abuelas se sentirían orgullosas.
- Natural, casero o todo lo que no suene a industrial: volved al párrafo anterior. Ya os aviso, no nos llevamos los ingredientes para hacer el producto en nuestra casa. No, tampoco nosotros sabemos lo que es “natural”. Si nos preguntas, nos viene a la cabeza el yogur, pero nada más.
- BIO, ECO, ORGÁNICO: si pensáis que es más sano… pues no. Si pensáis que es más rico… pues no (pero vuestra cabeza dirá que sí, que para eso habéis pagado más). Algo BIO o ECO cumple con la reglamentación de agricultura ecológica, es decir, con un objetivo medioambiental, no de salud. Si vais a elegir este tipo de productos, confirmad que no vienen envasados de dos en dos y desde el otro lado del mundo, que el transporte se carga todo lo bueno que pudiera tener desde el punto de vista ecológico. Al final la mejor elección es el producto local y de temporada.
- Pollo campero: el amarillo. Vemos un pollo amarillo y vamos de cabeza. Tiene que ser mejor, seguro. Pues no, es amarillo, ya está, no es mejor. Durante su vida ha comido un tipo de pienso con betacarotenos (que también tienen algunos vegetales como las zanahorias) que ha hecho que su piel cambie a ese color. También nos pasaría a nosotros si sólo comiéramos zanahorias. Seguro que el pollo tiene una vista estupenda, pero a nosotros no nos va a servir de nada. Ya lo siento. Y no, ningún pollo tiene hormonas, están prohibidas para que engorden.
- Alimentos funcionales: son esos alimentos que tienen alguna propiedad que puede mejorar algún aspecto en nuestra salud. Se encuentran de forma muy sencilla. Las letras son muy grandes y vistosas. Se ven desde lejos y casi siempre empieza con “contribuye al buen funcionamiento de…”. Esto es tanto como decir que las ruedas de una bici contribuyen a que ruede. Pues claro, es que, si no tuviera ruedas, sería mi abuela (volved al punto uno donde hablamos de las abuelas). Este tipo de declaraciones están reguladas por una normativa y es necesario añadir la cantidad suficiente que exigen, más de un 15%. Pero aquí viene la gracia, en el tipo de productos en los que se añade, la cantidad no supera a la que tienen otros alimentos de forma natural. Es decir, no compensa pagar más dinero por algo a lo que se le añade vitaminas o minerales. En muchos otros alimentos podemos encontrarlo.
Eso sí, vosotros elegís. Lo importante es saber por qué lo hacéis. Que nunca sea porque pensáis que es mejor si no lo es.
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