NO TIENE NADA QUE VER CON EL HAMBRE-HAMBRE
Seis claves para reconocer el hambre emocional (y trucos para combatirla)
Hay muchos tipos de hambre, y aprender a reconocerlos es la clave para no cometer excesos y mantener la línea y la salud. El hambre emocional es la culpable de muchos de nuestros atracones, y si aprendemos a reconocerla habremos dado el primer paso para combatirla. Aquí diez claves para distinguir el hambre emocional y algunos trucos para ponerle freno cuando aparezca.
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1- Es repentina. A diferencia del hambre natural, que va apareciendo paulatinamente a lo largo del día, el hambre emocional es repentina, aparece de golpe con una contundencia inusitada y nos impide pensar en cualquier otra cosa que no sea comer.
TRUCO: ¿Y si muerdes una zanahoria cuando aparezca? Está demostrado que la zanahoria, al tener que ser masticada durante largo rato, va mandando paulatinamente la sensación de saciedad al cerebro. No engorda, es nutritiva y cuando la hayamos acabado probablemente ese hambre emocional que nos acechaba se habrá reducido considerablemente, si no desaparecido.
2- Tenemos ganas de comer alimentos concretos. Generalmente dulces o procesados, productos con grandes cantidades de azúcar o grasas. Cuando se presenta el hambre natural, el cuerpo suele pedirnos hidratos de carbono que nos dan energía, incluso proteínas. No es el caso cuando se trata de hambre emocional, que suele pedirnos que aportemos al cuerpo calorías vacías en forma de productos poco saludables.
TRUCO: No llegues con hambre a las horas peliagudas. Intenta comer algo cada tres horas (frutas, yogur, frutos secos, un pequeño bocadillito...) y verás como el hambre emocional desaparecerá progresivamente.
3- Genera sentimientos de culpabilidad. De angustia e incluso de tristeza.
TRUCO: Cuando esto ocurra, intenta adelantarte a esos sentimientos que sabes que van a aparecer después de comer. Analiza cómo ha sido tu día, qué ha ocurrido que te haya llevado a la situación de querer comer compulsivamente. Si analizas el origen del problema tal vez no soluciones nada en ese momento, pero aprenderás a reconocerlo cuando vuelva a aparecer y a atajarlo antes. Al fin, es tu vida: si hay situaciones que te generan ansiedad y te conducen al hambre emocional, tal vez sería el momento de evitarlas.
4- Comes demasiado. No te basta con comer, sino que lo haces hasta la extenuación. El hambre emocional te obliga a ir un paso más allá de estar lleno, y es probable que incluso te sientas empachado después.
TRUCO: Oblígate a hacer un parón cuando te ocurra. Porque a veces la diferencia entre un capricho y un atracón es una cuestión de cantidad. Si estás en casa viendo la tele y te apetece comer galletas, concédete un par, después guarda el paquete y levántate a poner una lavadora o hacer alguna tarea doméstica que te distraiga. Piensa que las galletas que ibas a seguir comiendo en realidad ni las necesitas ni te hacen bien, sino que eran el resultado de un hambre emocional relacionada con la ansiedad y el estrés.
5- Es apremiante. El hambre natural puede esperar, mientras que el hambre emocional tiene que ser saciada con urgencia.
TRUCO: Para empezar, no compres tengas en casa esos productos que suponen una tentación. Así, cuando te venga el hambre emocional, tal vez la única opción que tengas sea mordisquear una manzana.
6- Solo piensas en comer. Es importante que te plantees qué papel tiene en tu vida la comida. ¿Le concedes demasiada importancia? ¿Piensas en ella durante todo el día? Si es así, tienes que plantearte que hay algo que falla, y que deberías trabajar en eliminar esa omnipresencia de la comida en tu día a día.
TRUCO: Haz deporte. Camina, corre, ve en bicicleta, apúntate al gimnasio. El ejercicio físico hará que liberes endorfinas y tu cerebro tenga menos necesidad de "recompensas". Tal vez al principio te cueste, pero deberías planteártelo como una obligación: verás como poco a poco funciona.
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