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¿Qué es la huella estética?

El concepto de "huella estética" se está poniendo cada vez más de moda. Descubre qué es y porqué los especialistas hablamos de que puede ser negativa o positiva.

Una mujer se somete a un tratamiento de medicina estética

Una mujer se somete a un tratamiento de medicina estéticaPexels

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El incremento en la demanda y en la realización de los procedimientos médico-estéticos es exponencial en los últimos años, así mismo la edad con la que las pacientes realizan el primer tratamiento de esta índole ha disminuido conllevando a un mayor acúmulo de tratamientos médico-estéticos a lo largo de los años. Estas dos acciones hacen que algunos hoy empleen el término de "huella estética". Puede que aún no hayas escuchado este término, sin embargo, es probable que cada vez se haga más popular.

La huella estética vendría siendo la consecuencia que va dejando en nuestro rostro un tratamiento médico-estético y como va "moldeando" nuestro envejecimiento. Esta huella puede ser negativa o positiva.

¿Qué es una huella estética negativa?

Una huella estética negativa sería por ejemplo el empleo exagerado de rellenos dérmicos aportando un exceso de volumen a nuestro rostro con efecto de "pillow face" o "cara de almohada", por ejemplo. O también aplicar demasiada cantidad en una zona anatómica (por ejemplo en los labios labios) alterando su anatomía y armonización.

Un ejemplo claro también sería el efecto de los rellenos permanentes (siliconas) que pueden generar deformación de nuestros tejidos, por suerte ya no se emplean estos rellenos en nuestro medio.

¿Qué es la huella estética positiva?

Existe una huella estética positiva, aquella que buscamos la mayoría de los médicos que nos dedicamos a la estética actual y moderna y aquella que buscan la mayoría de los pacientes.

Hago referencia a la realización de determinados procedimientos estéticos que ayudan a ralentizar los efectos del envejecimiento en nuestro rostro, logrando lucir una piel y expresión acorde a la edad que sentimos que en ocasiones es menor a aquella que dicta nuestra fecha de nacimiento. O a aquellos procedimientos que corrigen un defecto anatómico como la retrognatia (mentón muy corto), déficit óseo en pómulos, entre otros.

Por ejemplo, si se corrige un mentón retraído, además de mejorar la armonización facial también se realiza mio-modulación logrando evitar arrugas y surcos en el mentón por un sobre esfuerzo del músculo mentoniano que carecía de un adecuado soporte óseo.

Otro ejemplo sería realizar mio-moduladores en personas con una expresión muy marcada y contracción incluso inconsciente de los músculos del entrecejo evitando que las arrugas de una expresión de enojo se marquen desde edades muy tempranas.

También entra en este concepto la idea de realizar tratamientos con ácido hialurónico no reticulado, bio-estimuladores de colágeno, el empleo de láseres para estimular colágeno o para unificar el tono de la piel, logrando un cutis más homogéneo, sano y con un aspecto más jovial que si no se hubiese intervenido.

Así mismo si intervenimos en el proceso de cicatrización de forma temprana o remodelamos cicatrices ya establecidas, el aspecto de estas será mucho mejor que si no interviniésemos en ellas. Por ejemplo, en el caso de las cicatrices de acné, varios estudios afirman que el empleo precoz de terapias láser previene el desarrollo de cicatrices atróficas de acné.

Es decir, si se interviene en el momento adecuado, utilizando la técnica y los productos idóneos, respetando los tiempos de desintegración de los productos y sobre todo respetando la anatomía podemos conseguir un efecto acumulativo muy positivo e interesante para moldear el envejecimiento, dejando una huella estética positiva.

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