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FRANCIA I EN 1798 LINCHARON A UN PANADERO POR NO ABRIR SU TIENDA
Los panaderos parisinos no pueden elegir libremente sus vacaciones
Para asegurar el suministro de pan, una ley de la Revolución francesa marca a los panaderos de París cuándo se van de vacaciones y cuándo vuelven. La importancia de este alimento básico es casi mítica para los franceses, de ahí esta regulación. La patronal de los panaderos manifiestan que no se puede pretender que "la gente tenga que ir en coche para comprar una hogaza de pan".
La legislación de la Revolución francesa parece que sigue rodando por las calles de París. Y es que una medida de esa época impide que los panaderos de la ciudad parisina puedan elegir libremente cuándo se van de vacaciones y cuándo regresan. El objetivo: asegurar el suministro de pan. Por este motivo, los panaderos parisinos están obligados a tomar sus vacaciones en julio o agosto. La presencia de este alimento básico tiene una gran importancia para los franceses, casi mítica. Por eso se ha garantizado su suministro desde los caóticos y hambrientos días de la Revolución.
Según recoge france24.com, tras los disturbios de 1789, el Estado garantizaba a los parisinos la disposición de pan fresco, para lo cual se regulaban estrictamente las vacaciones de verano de los panaderos y se les prohibía abandonar la capital en masa. En aquellos tiempos, el cierre de tantos comercios al mismo tiempo era algo potencialmente peligroso.
La medida se tomó en 1798 tras el linchamiento de un panadero por una multitud furiosa por no abrir su tienda. El Gobierno, temeroso por nuevos disturbios, aprobó ese año una ley que permitía a las autoridades militares tomar el control de las panaderías y así asegurar el abastecimiento de pan a la población. Como alimento básico, su disponibilidad total para todos los ciudadanos tenía que estar garantizado.
En 1956 se aprobó la legislación nacional que garantiza un mínimo de tres semanas de vacaciones a todos los trabajadores, lo que significaba un 'respiro' de la ciudad en los meses de verano para los panaderos parisinos. Sin embargo, esta “libertad” para los panaderos suponía volver a hacerse cargo de la responsabilidad del abastecimiento de pan con lo que las autoridades modificaron la ley al año siguiente otorgando a los ayuntamientos de la región de París la facultad de regular el horario de las panaderías.
La última revisión de la ley se hizo en 1995, otorgando cinco semanas de descanso a los trabajadores franceses. Debido a esta ley, las panaderías parisinas continúan teniendo marcado su calendario y se dividen entre las que pueden tomar vacaciones en julio y los que las toman en agosto. Al menos, les permiten intercambiar cada año. Pero a los panaderos parece no molestarles demasiado ya que cada año se presentan solamente unas 20 quejas formales por panaderías cerradas. Y con ecos de esa ley, todavía hoy unas 1.200 panaderías parisinas mantienen un constante abastecimiento diario de baguettes y croissants.
"El objetivo es asegurarse de que haya pan en todas partes. No podemos pretender que la gente tenga que ir en coche para comprar una hogaza de pan", explica Dominique Aract, miembro de la Cámara de Panaderos profesionales París.
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