Un grupo de iraquíes, fotografiados en un campo de refugiados en la zona de Jalawla, en el este de Irak

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A LOS HOMBRES LOS MATARON

Una mujer secuestrada y esclavizada sexualmente por Daesh durante tres años vuelve a su pueblo irakí para vengarse

"Estoy llevando esta arma para vengarme de Abu Hassan, Abu Yusuf y Abu Sa'ad, que me torturaron y torturaron a muchas madres", señala una de las miles yazidíes tomadas como esclavas sexuales, que han sido compradas y vendidas en varios mercados en el autodenominado califato.

Una mujer yazidí que fue secuestrada por Daesh durante casi tres años ha regresado a su ciudad natal para "vengarse" de los militantes. Heiza Shankal fue llevada a la fuerza junto con miles de otras mujeres y niños cuando el grupo terrorista barrió Irak en una brutal campaña en agosto de 2014 y alrededor de 50.000 yazidíes quedaron en el monte Sinjar.

Los hombres adultos fueron asesinados, los niños fueron capturados y separados para ser entrenados como niños soldados, y las mujeres y las niñas se vendieron para ser esclavas sexuales. "Cuando la masacre tuvo lugar en Shankal (el nombre kurdo de Sinjar) y Daesh secuestró a niños y mujeres, fui uno de ellos", explica Shankal en una entrevista con Arab24 recogida por 'The Independent'. Según su relato, fue una de las miles de mujeres yazidíes tomadas como esclavas sexuales, que fueron compradas y vendidas en varios mercados en el autodenominado califato. "Me vendieron y compraron", subraya.

"Me vendieron y me compraron"

Cuando finalmente fue liberada, "llegó a manos de compañeros" y la llevaron de vuelta a Sinjar, su ciudad natal. Allí se unió a una unidad de resistencia femenina para combatir a Daesh. "Me sorprendió ver una fuerza militar para proteger a Shankal, así que decidí unirme a la unidad y vengarme", se justifica, y añade que está llevando armas para vengarse de Abu Hassan, Abu Yusuf y Abu Sa'ad, que la torturaron y "torturaron a muchas madres".

Se estima que 9.900 yazidíes fueron asesinados o capturados cuando Daesh se hizo con el Monte Sinjar en el verano de 2014. De esos, 3.100 fueron asesinados, a menudo de maneras brutales, como decapitándoles o quemándoles vivos.

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