Lleva 6 meses ocupando esta hilera de bancos de la zona de facturación del aeropuerto de Gran Canaria. Con su kit de supervivencia, este indigente alemán ha hecho de esta zona de tránsito de pasajeros, su casa.
Al principio se niega hablar con nosotros, pero después accede. Nos cuenta que duerme aquí, porque se está mejor que en la calle, que está a la espera de su pasaporte. Nos asegura que no molesta a nadie. Pero para los trabajadores esto se ha convertido en un inconveniente. También es una molestia para los propios pasajeros.
El hombre acumula todo tipo de cosas, mantas, comida, botellas. Tiene 63 años y sabe varios idiomas. Dice que es consciente de que tendrá que abandonar este espacio, pero que seguirá aquí mientras le dejen.La policía lo tiene identificado y está permanentemente vigilado por las cámaras de seguridad.
