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LA DISTRIBUCIÓN DE RECURSOS, UN DESAFÍO

Superpoblación y desigualdad: ¿somos demasiados o estamos mal repartidos?

La mitad de la riqueza mundial se encuentra en manos del 1% del planeta. Con 7.200 millones de habitantes en la Tierra, ¿existe relación directa entre el exceso de población y la pobreza? El reparto desigual del espacio y, sobre todo, la distribución injusta de los recursos son los grandes desafíos de la humanidad.

El último censo concentrado de los realizados en todos los países arroja números astronómicos: somos unos 7.200 millones de personas en el planeta Tierra y la cifra no para de crecer. Sin embargo, la aglutinación de los recursos económicos en manos de unos pocos en detrimento de la gran mayoría abre una brecha que pone en tela de juicio nuestros sistemas políticos y económicos. El último informe de la ONG Intermón Oxfam es demoledor: 85 ricos suman tanto dinero como 3.570 millones de pobres en el mundo. 

Sin embargo, en los últimos tiempos se han sucedido los pronósticos sombríos sobre el futuro de la humanidad basándose en una teoría de la 'superpoblación' de reminiscencias 'malthusianas'. David Attenbourough, Stephen Emmott, Taro Aso... ¿Somos los humanos "una plaga" para la Tierra, como sugiere el naturalista británico? ¿Sería necesario implementar un control de la natalidad, como hizo China en los últimos tiempos? ¿Se nos acaban los recursos y el espacio? Y he aquí el quid de la cuestión: ¿existe relación directa entre el exceso de población y la pobreza?

Concentración poblacional en Asia
El informe de Intermón nos hace pensar, más bien, que no hay 'superpoblación' en la Tierra, sino más bien una distribución desigual de sus habitantes y, lo que es peor, de sus recursos. Es cierto que más de la mitad de la población mundial habita en una pequeña zona asiática donde se encuentran territorios como China, India, Indonesia, Japón, Tailandia, Bangladesh, Pakistán, Malasia, Filipinas y Corea del Sur. Sin embargo, los humanos no tenemos un problema 'de espacio'; National Geographic estima que si los 7.000 millones de habitantes organizáramos una fiesta, necesitaríamos solamente el aforo de la isla de Rhode Island.



"Somos una plaga para la Tierra", ha dicho el naturalista británico David Attenborough. Este Premio Príncipe de Asturias de 2009 urge al control demográfico para evitar la hambruna en los países superpoblados: "Desarrollamos programas contra el hambre en Etiopía, ahí es donde está pasando. Hay demasiada gente allí. No pueden mantenerse, y no es inhumano decirlo en voz alta. Es la realidad", ha dicho en la revista Radio Times. Para Attenbourough, se trata de una cuestión 'de espacio'.

Densidad de población y pobreza
Cabe cuestionarse, por tanto, si existe relación directa entre el exceso de población y la hambruna. Según un reciente estudio del instituto Gallup, el ingreso medio per cápita mundial es de 2.920 dólares anuales. De los 131 países objeto de este estudio, Japón ocupa el puesto decimosexto con un ingreso de 10.840 dólares per cápita. Liberia, al contrario, se encuentra a la cola con 118 dólares.

Sin embargo, la densidad de población de ambos países está en las antípodas: en Japón viven unos 127 millones de personas frente a los apenas cuatro que habitan Liberia. La densidad de población (habitantes por kilómetro cuadrado) del país nipón es una de las más elevadas de la Tierra: 351, según el Banco Mundial. Liberia, por otro lado, tiene una densidad de población bajísima: apenas 42 hab/km2. Este país africano sufre periódicas carestías, pero en Japón casi nadie pasa hambre [Densidades de población según el Banco Mundial: http://datos.bancomundial.org/indicador/EN.POP.DNST].

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Algo falla en la ecuación de Attenbourough, basada en la explicación demográfica del pastor anglicano del siglo XIX Thomas Robert Malthus; una idea que deja al margen factores como el clima o el sistema político que rigen un territorio. El citado informe Gallup muestra también que, en promedio, la población de los diez países más ricos del mundo tiene 50 veces más ingresos que la de los países más pobres, todos ellos pertenecientes al África subsahariana. Lo cierto es que un europeo o un americano consumen entre 150 y 200 veces más recursos que un africano, según estima la ONG Acción contra el Hambre.

El ministro de Finanzas japonés, Taro Aso, ha incidido en la idea del control de población para que el Estado pueda asimilar las necesidades de sus habitantes con los recursos existentes. Ni corto ni perezoso, el político instó recientemente a los ancianos nipones a 'fallecer': "Que se den prisa y se mueran". Al margen de la eutanasia intrínseca al mensaje de Aso, Japón no se convertiría en el primer país que trata de controlar su demografía en los últimos tiempos; el caso de China y su política del hijo único quizá sea el más impactante. Este país asiático es el más poblado del planeta con unos 1.300 millones de habitantes.

Envejecimiento de países desarrollados
Ciertamente, uno de los principales problemas de las sociedades del primer mundo es el envejecimiento de la población. Cabe cuestionarse si, más que de un problema de cantidad, se trata de uno estructural: la natalidad se desinfla en las sociedades desarrolladas al tiempo que aumenta la esperanza de vida. Quizá en otros países africanos o asiáticos se trate de una cuestión de volumen, pero no es el caso de Europa o España, zonas que más bien deberían aumentar su fecundidad para no poner en peligro sus Estados del Bienestar. Según el Banco Mundial, en nuestro país nacen 1,4 hijos por mujer. Sin embargo, unos treinta países rondan los cinco hijos o más por mujer; la mayoría de ellos africanos y subdesarrollados como Zambia, Nigeria, Sudán del Sur, Senegal, Liberia, Chad, Angola o Burkina Faso.

[Tasas de fertilidad según el Banco Mundial: http://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.TFRT.IN].

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Los equilibrios demográficos mundiales vienen cambiando drásticamente desde el pasado siglo. A inicios del siglo XX, Europa estaba habitada por unos 408 millones de personas frente a los 133 de, por ejemplo, África. En el año 2000, una centuria más tarde, el continente africano alcanzaba los 795 millones de habitantes, mientras que el 'Viejo Continente' apenas alcanzaba los 728. En el mismo período, América pasó de 156 a 836 y Asia de 947 millones de habitantes a... ¡3.679.737.000! Resulta curioso que en el siglo XX, la era con los conflictos armados más mortíferos de la historia y los mayores ingenios anticonceptivos, se cuadruplicara la población mundial, pasando de 1.500 millones a 6.000; apenas 11 años después, la ONU elevaría esa cifra a los 7.000.

Impacto de la población en el clima
En todos los siglos anteriores, la población mundial ni siquiera se había duplicado. El científico británico Stephen Emmott alerta en su ensayo 'Diez mil millones' de este crecimiento exponencial: "El punto de insostenibilidad ya lo hemos superado". Este profesor de Ciencias informáticas en Oxford y director de esta materia en Microsoft Research cree que estamos modificando los sistemas que necesitamos para vivir -clima, agua, alimentación, ecosistema- "y con el crecimiento de la población los modificaremos aún más". Emmott echa en falta que la población piense más en "la extinción de los ecosistemas".

Este científico se refiere más bien a las implicaciones del exceso poblacional sobre nuestro ecosistema natural que a la sostenibilidad de la especie. Desde la revolución industrial, el ser humano siempre se las ha ingeniado para generar nuevos recursos y obtener más alimentos. La innovación ha sido responsable directa del suministro de energía, agua y alimentos a un planeta con cada vez más habitantes. Pero, ¿hasta qué punto es sostenible el modelo actual? Los expertos creen que para el año 2100 la temperatura mundial habrá aumentado unos 3ºC. El cambio climático es una realidad y el ser humano no solo no es ajeno a ella, sino en gran medida causa directa. Con este panorama, solo un cambio del modelo de desarrollo y energético podría reducir nuestro impacto en el clima.

Mayor crecimiento de países en desarrollo
Porque lo que parece que no va a cambiar a corto plazo es el aumento exponencial de humanos sobre el planeta. Al científico británico Stephen Emmott le salen las cuentas: en su informe de junio de 2013 'Perspectivas de la Población Mundial', la ONU estima que para 2025 seremos 8.200 millones de humanos en la Tierra y, en 2050, 9.600. En los próximos doce años se prevé, por tanto, que la población terrestre aumente en mil millones. Las regiones en desarrollo pasarían de 5.900 millones de habitantes en 2013 a 8.200 en 2050, mientras que durante ese mismo período las zonas desarrolladas se mantendrían alrededor de los 1.300 millones de personas actuales. 

El mayor crecimiento vendría, así las cosas, de los países en vías de desarrollo. La mayor parte del aumento global hasta 2050 tendría lugar en países con alta fecundidad, principalmente en África, así como en zonas como India, Indonesia, Pakistán o Filipinas. Se espera, asimismo, que India supere a China como el país más poblado de la Tierra alrededor de 2028, mientras que Nigeria podría superar a Estados Unidos en 2050. Los equilibrios demográficos se empezaron a invertir el siglo pasado y la tendencia, según el último informe de la ONU, no va a cambiar.

¿Lograremos un desarrollo sostenible y reducir nuestro consumo? ¿Conseguiremos un reparto equitativo de nuestro recursos?

A mayor población, mayor lucha por los recursos. El meollo del asunto reside en la desigualdad de acceso de esos habitantes a sus necesidades básicas; quizá la principal amenaza no sea el factor demográfico. Con 7.200 millones de habitantes, nuestro planeta parecería ya abocado al colapso. Sin embargo, todo indica que el reparto desigual del espacio y, sobre todo, la distribución injusta de los recursos son los grandes retos de nuestra especie. Resulta curioso que Bill Gates, fundador de Microsoft, filántropo y una de las personalidades más ricas del mundo, considera que "para el año 2035, casi no quedará ningún país pobre".

La riqueza, en manos del 1%
El Papa Francisco, por su parte, ha instado a los líderes mundiales reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos a que pongan su riqueza al servicio de la Humanidad en lugar de que esta riqueza "la gobierne": "El crecimiento de la igualdad requiere algo más que el crecimiento económico, aunque lo presupone. Se requiere, en primer lugar, una visión trascendente de la persona", ha afirmado el Sumo Pontífice en un mensaje. El Foro Económico Mundial había presentado anteriormente el informe 'Riesgos Globales de 2014', que hace referencia al aumento de la desigualdad en los ingresos y los disturbios sociales que conlleva dicha situación.

Por su parte, el informe 'Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica', recientemente publicado por la ONG Intermón Oxfam, está más cerca de las palabras del Papa que de las de Gates. 85 individuos aglutinan tanta riqueza como los 3.570 millones de personas que componen la mitad más pobre de la población mundial. De hecho, la mitad de la riqueza estaría en manos del 1% del planeta, sin contar con la riqueza oculta en paraísos fiscales. La crisis económica, política, financiera, social y de valores que sufren actualmente muchas regiones tampoco ayuda a cambiar las tornas. 

Sin embargo, muchos países en vías de desarrollo como Brasil o India se perfilan como los motores económicos del futuro. Deberemos hacer frente a enormes dificultades como los problemas sociales derivados de una población que crece vertiginosamente. ¿Lograremos un desarrollo sostenible y reducir nuestro consumo? Y lo que es más importante: ¿conseguiremos un reparto equitativo de nuestro recursos? La humanidad se enfrenta al mayor de los desafíos.

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