Gareth Bale celebra uno de sus goles en el Bernabéu

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Real Madrid 10-2 Rayo

Tormenta de goles y dudas

Se presentaba la tarde facilona para el seguidor madridista y para el cronista: con el kamikaze Rayo de Jémez en descenso, con cuatro de los últimos cinco partidos perdidos, siendo el equipo más goleado en Liga y, lo más peligroso, con un Madrid sediento de una goleada con la que lamerse las heridas. Pero fue más complicado de lo que cabía prever y de lo que dice el 10-2 final. El Rayo se puso respondón y dio el susto, aunque finalmente todo quedó en mera pesadilla antes de Navidad.

En Twitter: @MarioCortegana

Lo saben hasta en la Conchinchina: el Rayo siempre va con el estilo por delante, lo mismo contra el colista que contra quien está destinado a luchar por la Liga. Si tiene que presentarse en palacio en chándal, lo hace. Por eso resulta tan inexplicable, especialmente tras el gol de Danilo en el 3', que Benítez y los suyos se dejaran comer la tostada: Amaya -el Madrid es al que más goles le hacen desde el córner-, subido a la chepa de Pepe, empató en el 10' y Jozabed remontó en el 12': 1-2.

A partir de ahí, cambió todo y Jémez debió de sentirse muy solo en la sala de defunción del Bernabéu que él y su equipo tan bien conocen: parcial de 28-5 desde la vuelta a Primera. Y es que el enemigo lo tenía en casa: Tito se destapó como mejor jugador madridista con una salvaje e innecesaria entrada a Kroos que le costó la roja en el 14'. El Rayo, que desde que el Atleti volvió a ser un equipo ganador, es el nuevo pupas, tuvo además que presenciar el despertar ofensivo de Danilo. Por si el gol había sabido a poco, asistió en el segundo a Bale, que aprovechó la franja roja que le puso la defensa rayista para entrar en el área a placer: 2-2.

Tras las dudas, goleada

Tres minutos después, fue Iglesias Villanueva el que pidió foco en la función circense: sorprendió a todos con un número de magia en el que se sacó de la chistera un penalti inexistente que enriqueció con segunda amarilla a Baena. Cristiano, tenso e incómodo consigo mismo y con el mundo, no desaprovechó el regalo: 3-2. Al Rayo ya no había quien lo rescatase, pero Iglesias volvió a aparecer para retrasar un poco más lo inevitable al obviar un penalti de Amaya a Benzema. A continuación, tras un robo del Madrid en zona mortal, Bale, solo ante Yoel, disparó al corazón: 4-2 (41').

La vuelta de vestuarios no sorprendió. Con el Rayo con la manzana en la boca, el Madrid se dio un festín: Benzema, que repitió en el 80' y en el 90', se apresuró (47') en hacer el 5-2, Cristiano cabeceó el 6-2 y Bale completó su póquer. Además, James, asistente por partida triple, sigue entusiasmando al Bernabéu. Fueron 10 los goles, pero hubieran sido 15 de tener el Madrid tal necesidad.

Paradójica y significativa fue la reacción de la afición madridista, por naturaleza inconformista, que pitó a los suyos, contenta y satisfecha a medias pese a ser testiga de 10 goles de su equipo, una cifra que no alcanzaba o superaba nadie desde 1960. Esta goleada maquilla la mala cara que ofreció el Madrid en igualdad numérica con el Rayo, pero no para la tormenta de dudas en la que viven los blancos.

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