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Así era el Patronato, el reformatorio donde torturaban a mujeres 'descarriadas': "Hubo compañeras que se quitaron la vida"

María Dolores y Consuelo pasaron por El Patronato de Protección a la Mujer, un lugar donde 'corregían' a las mujeres que se salían de la norma durante la época franquista. Allí, las castigaban con terribles torturas y adoctrinamientos.

El Patronato

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El Patronato de Protección a la Mujer fue una institución pública que el régimen franquista puso en manos de la Iglesia católica. Allí enviaban a las mujeres que consideraban inmorales: fumadoras, rebeldes, homosexuales, jóvenes que se dieran un beso por la calle, que no fueran vírgenes o, simplemente, que llevaran minifalda.

Allí, niñas y mujeres vivían encerradas en centros disciplinarios, aprendiendo a ser la esposa perfecta, pero en condiciones deplorables. Algunas lo comparaban con la cárcel.

"El reformatorio era peor que los abusos de mi padre"

Loli fue una de las mujeres que ingresó en El Patronato con 13 años. Allí, acabó a raíz de los abusos sexuales que sufría por parte de su padre. Como no creyeron su versión, decidieron "corregirla".

"Yo me escapaba constantemente del reformatorio porque lo que tenía allí era peor que lo que tenía en casa", advierte. Según nos cuenta, allí la tortura era rutinaria y aún recuerda algunas de las atroces cosas que le obligaron a hacer.

La celda de castigo era la peor de las torturas: "Llegué a pasar un mes allí, solo había una cama y un lavabo, no veías a nadie".

"Llegué a autolesionarme para mitigar el dolor de estar allí"

Consuelo fue otra de las jóvenes a la enviaron al Patronato. Su rebeldía y su posicionamiento político contrario a su familia hizo que terminara allí a la fuerza con 16 años.

"Me dijeron que me iban a poner una vacuna y, 24 horas después, me levanté allí", señala. Desde entonces, su vida se rompió por completo.

Las niñas como Consuelo eran explotadas laboralmente y torturadas. "A las lesbianas les daban electroshocks", advierte, "aquello era peor que una cárcel".

Consuelo asegura que también en democracia llegó a consentirse aquella tortura. "Nosotras somos supervivientes porque hubo compañeras que se quitaron la vida", confiesa.

La Iglesia ha pedido perdón por los actos a los que fueron sometidas miles de mujeres durante más de 40 años, aunque algunas aún no olvidan el horror que vivieron allí dentro.

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