Turismo barato

Obligados a ahorrar en vacaciones: "Acabo de llegar a la playa y esta noche vuelvo a Madrid"

La inflación cambia nuestros hábitos. Reducimos los días de estancia en el destino y ahorramos consumiciones en bares y restaurantes. Se impone el menú compartido.

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Cochecitos eléctricos por el paseo marítimo, grupos de adolescentes sin camiseta, parejas de la mano. Carnes blancas, rojas y negras. Y una playa abarrotada sin hueco para otra sombrilla. La imagen es la misma de siempre en el paradigma del turismo peninsular. Pero tras esta estampa veraniega de Benidorm se esconde con poco éxito una intrusa: la inflación. Basta preguntar a cualquier bañista para confirmar que quien más y quien menos recorta gastos. El efecto se evidencia en la reducción de la estancia, y pocas alegrías a la hora de consumir.

Marta es de Hoyo de Manzanares. Ha recorrido esta misma mañana en autobús los 500 kilómetros justos que separan la localidad madrileña de Benidorm. Está instalándose en la arena con la alegría lógica de su primer día de playa. Primero y último, porque regresa esta misma noche a casa. Ni 24 horas en el paraíso del turismo. Aún así está encantada. También su vecina de sombrilla, que nos cuenta resignada que aunque todos los años disfrutan de una semana de vacaciones, este año han tenido que recortar días. “Otros años también salimos a comer o a cenar fuera, pero este año no se puede. Así que comemos en el apartamento”.

La estancia media en los apartamentos esta semana es de 4 días

Nathalie se dedica al negocio inmobiliario en la ciudad de los rascacielos levantinos. Maneja el alquiler de casi 300 apartamentos y su testimonio es revelador: “Esta semana las estancias máximas son de 4 días. Incluso hay gente que viene por una sola noche. Además se regatea muchísimo. Nuestros apartamentos están en torno a los 80 euros por noche, pero intentan rebajarlos hasta los 65”. Si la estancia se prolonga a la quincena, es relativamente común que el cliente tenga que pedir un préstamo para pagar las vacaciones.

Comer de supermercado en la playa y suprimir las cañitas en el bar

Acudimos a la puerta de un supermercado. Una mujer sale con sus dos hijas veinteañeras de blanco ibicenco. En la bolsa: hielo, bebida, vasos de plástico y algún aperitivo. “Se come en la playa. En el tiempo que llevamos de vacaciones no hemos visitado ni un restaurante”. El gasto medio que harán será de unos 30 euros diarios, “mucho menos que otros años”. Lo mismo nos dice un joven matrimonio empujando un carro cargado con empanadas, anchoas, gazpacho, bebidas… “la compra para toda la semana nos ha salido por 147 euros. Ayer una cena en un restaurante para 4 nos costó 67… no compensa. Hemos venido a un "aparta hotel" para poder cocinar. Es la economía”.

Un fenómeno en alza: compartir menú de 12 euros

El sondeo de calle se hace más empírico con los datos que nos ofrece Usue en la cocina de su restaurante: “Tengo el menú a 12,90 y la gente lo comparte. A veces creo que se quedan con hambre, porque piden más pan para llenar”. Usue también conoce a gente que ha pedido un crédito para su descanso: “todos queremos tener una vida social y venir de vacaciones, pero con los gastos del mes, no llega para la vida social”.

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