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EN EXCLUSIVA
Francisco Javier Delgado, el gran perjudicado en las escuchas del Caso Marta
Más de 30.000 llamadas telefónicas son las que han rastreado los investigadores del caso Marta del Castillo y gracias a ellas podemos saber casi milimétricamente dónde se encontraba cada acusado cuando Marta murió.
Presentamos, en exclusiva, el informe que la Policía Nacional ha realizado de lo que ocurrió con Marta del Castillo aquella noche, un documento que será crucial en este juicio porque las llamadas que se detallan avalan las coartadas de algunos imputados y echan por tierra las de otros.
Es el caso de Francisco Javier Delgado. Asegura que a las 8:30 del sábado 24 de enero de 2009 estaba en casa de su ex mujer viendo a su hija, y que después se marchó a trabajar al bar del que es socio. El informe contradice esta versión. Según las antenas de telefonía le sitúan sin lugar a dudas en la casa de la calle León XIII, donde murió Marta.
¿Es posible que Francisco Javier Javier Delgado estuviera en su habitación y que no se enterarse de nada de lo que estaba ocurriendo al otro lado de la pared?. Cuesta creerlo porque Marta estaba a esa hora en la misma casa, posiblemente ya muerta. Las llamadas que recibe el teléfono de la joven la sitúan allí, al menos entre las 8:28, hora en que recibe la llamada de su amiga Cristina y las 9:15, cuando recibe un mensaje de sus padres. No contestó a ninguno de los dos.
El siguiente en este informe es Miguel Carcaño. El asesino confeso de Marta sólo hace dos llamadas tras haber matado a la joven: una a su amigo Samuel, a las 00:10, y otra a las 4:36 de la madrugada al teléfono de Marta. ¿Por qué esa llamada, cuando la joven llevaba ya horas fallecida?.
La actitud de Miguel ya era sospechosa entonces, sobre todo porque no cogió ninguna de las llamadas entrantes, y eran muchas, de personas que buscaban a Marta del Castillo. El único al que favorece este informe es a Samuel Benítez, porque ninguna llamada le sitúa fuera de donde dijo haber estado esa noche: en Dos Hermanas cenando con su novia. Seguramente nunca imaginó que el no tener saldo podría librarle, al menos por ahora, de que lo situasen en el lugar de un crimen.
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