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No es oro todo lo que reluce

¿Te puedes fiar de la información que aparece en los envases de los alimentos?

Los aditivos son seguros, la carne no tiene antibióticos… Un largo etcétera de bulos y desinformación que empaña la verdadera seguridad en nuestros alimentos.

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PERO. Que un producto sea seguro no significa que podamos ir a lo loco por el supermercado fiándonos de la información que hay en los envases. Es imprescindible que hagamos una elección consciente a la hora de comprar. Saber lo que estamos añadiendo a nuestro carro y no dejándonos llevar por colores, supuestas ofertas o productos que nos hacen pensar que son sanos cuando en realidad no lo son.

Aquí van algunas claves que nos tienen que hacer sospechar y dar la vuelta al envase antes de que llegue definitivamente a nuestra despensa.

- Prioriza productos sin etiquetas (frutas, verduras, pescado, legumbres…). Así os ahorráis seguir leyendo.

Si habéis llegado aquí es que estáis entre el 99% de consumidores. Bien, seguimos. Aquí van.

- Con vitaminas y minerales: no necesitamos suplementos vitamínicos salvo prescripción médica. Ahí es nada. Y mucho menos los necesitamos en un ultra procesado. Para poder poner esa frase sólo es necesario añadir un 15% de la cantidad diaria recomendada. No es mucho, vaya. Una pieza de fruta tiene más, así que ya sabéis. Primera clave para hacernos sospechar.

- Sin conservantes ni colorantes artificiales: quimiofobias, las justas. ¿Qué os hace pensar que un alimento poco sano va a convertirse en sano sólo porque no tenga colorantes y conservantes? Si el producto no es correcto, sin “E-s” tampoco lo es. Todos los aditivos están regulados y todos son seguros (sí, en niños, combinados, aun comiéndolos en varios productos). Esto es nada más un reclamo para un consumidor desinformado. Con vosotros, solucionado.

Comprando en el supermercado
Comprando en el supermercado | iStock

-Sin sal, bajo en sal, contenido reducido en sal: cantad conmigo “no es lo mismo”.

- Sin sal es menos de 0.0125 g de sal por 100 g.

- Bajo contenido en sal: menos de 0.3 g de sal por 100 g

- Contenido reducido en sal: este es importante. No hay un valor fijado, leed la etiqueta porque esto sólo significa que tiene un 25% menos de sal que un producto similar. Cuidado con esto.

- 0% grasa: que no tenga grasa (por más grande que esté puesto), no significa que no tenga otros componentes. De hecho, es un reclamo estupendo para después subir el azúcar. Durante mucho tiempo se ha pensado que la grasa era el problema, aunque después se ha visto que no, que el azúcar da más problemas. Así que si veis un 0% grasa… leed la lista de ingredientes para comprobar si tiene azúcar añadido.

- Casero, natural, artesano, de la abuela: ninguna de estas palabras significa nada. La industria no tiene en su plantilla a abuelitas elaborando este tipo de producto. Prometido. Como no hay ninguna normativa (de momento) que regule esto (lo único “natural” es el yogur sin sabores), se utiliza para dar un valor al producto que no tiene. La industrialización es estupenda, dejemos en paz a las abuelillas.

- “Sabor a”: y añadid a eso una foto grande del producto al que “sabe”. Lo normal con esta información es que no lleve una cantidad suficiente de ese “sabor a ………”. Buscad en la etiqueta y ya veréis.

- Light: y ya si es de color rosa, no os quiero ni contar. Light sólo significa que lleva un 30% menos de algún componente (pueden ser grasas o hidratos de carbono o lo que se quiera, no es un criterio específico). Ya sé que es obvio pero un 30% menos es menos que un 50%, así que no compensa comer dos bollitos light por uno normal.

Estos sólo son algunos trucos, pero seguro que hay más. Si queremos saber la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad la única solución es coger el producto y darle la vuelta. En la lista de ingredientes está la información que necesitamos. Los ingredientes están puestos en orden de mayor a menor y allí no hay trampa ni cartón.

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