SEXUALIDAD FEMENINA
Estos son los errores que las mujeres cometemos con más frecuencia al masturbarnos
¿Disfrutas al masturbarte? Llevas tiempo haciéndolo y la experiencia te dice que no puedes estar haciéndolo tan bien, pero si modificases determinados aspectos del método, seguro conseguirías resultados que no te esperas. Cambia el chip y... ¡A gozar!
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O no consigues llegar al orgasmo o lo haces tan rápido que apenas te ha dado tiempo de deslizar tus dedos por debajo de tu ropa interior. Te da vergüenza que alguien te pueda escuchar y entrecortas tanto la respiración que el éxtasis es más bien un suspiro o terminas apretando el ‘botón del placer’ con tanto énfasis que acabas sintiendo hasta dolor. No estás sola, en esto de la masturbación está claro que hay unas cuantas lagunas, y muchas de nosotras nos ahogamos tratando de llegar a la orilla...
La solución pasa por detectar los errores así que presta atención porque aquí te desvelamos los seis errores más comunes que cometes al masturbarte y que, probablemente hasta ahora, ni te habías planteado. Bienaventuradas las que apenas coincidan en uno porque, amigas, es bastante complicado que no nos haya pasado el lote completo. A partir de ahora borrón y cuenta nueva. Manos a la obra –nunca mejor dicho– que a partir de ahora vamos a convertirnos en unas auténticas maestras del onanismo.
Buscas la meta sin disfrutar de la carrera: presionarte para llegar al orgasmo cuanto antes reduce tus posibilidades de alcanzarlo. Claro que conoces tu cuerpo y sabes dónde tocar, pero, chica, eso no quita que te saltes todo el proceso de excitación y disfrute yendo directa al final. No te hagas spoilers. Se supone que es un momento de relax y placer personal, no un sprint hacia unos fuegos artificiales que serán más bien cuatro petardos de feria si te obsesionas por correrte en el menor tiempo posible.
Escoges mal la hora: por mera costumbre, lo haces siempre con nocturnidad y alevosía. Especialmente en lo que se refiere a cuestiones placenteras, está bien muy bien que sigas el lema de ‘no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’, pero no, no es necesario que esperes a la oscuridad de tu dormitorio y a la hora de dormir para tocarte. Es buena idea intentar llegar al orgasmo antes de cerrar los ojos para conseguir un sueño largo y profundo, pero en ocasiones estás tan cansada que no eres capaz de llegar y eso puede resultar tan frustrante que al final acabas por desvelarte. Error. El objetivo del onanismo no tiene que ser solucionar los problemas de sueño, amigas. Aun teniendo en cuenta que, por lo general, el punto álgido de la libido femenina es durante la noche –generado normalmente por acumulación de deseo durante el día–, deberías probar a masturbarte a la hora de la siesta o a mitad de día. Te sentirás con mucha más energía y se te dibujará una sonrisa en la cara que te acompañará toda la jornada.
Pones todo el foco en el clítoris: sin duda, el clítoris es la estrella de cualquier espectáculo masturbatorio, pero no te pases. Hay un montón de partes de tu cuerpo que están plagaditas de terminaciones nerviosas súper sensibles que te harán disfrutar de sensaciones excitantes y placenteras sin que llegues al orgasmo rauda y veloz. Utiliza tus manos y dedos para estimular los labios de la vagina, tocar tus pechos, acariciar el interior de tus muslos… Prueba además a morder tus labios y abrir bien los ojos para mirar lo que tocas (que sabemos que a menudo los cierras durante la sesión, pillina) y disfrutarás de una experiencia muchos más intensa.
Censuras tus pensamientos: muchas mujeres se sienten culpables por las fantasías sexuales que mantienen cuando se están masturbando. Vamos a ver, no pasa nada porque tu mente recree una historia en la que tu amada pareja en la vida real no sea quien te empotre contra el escritorio de tu oficina ni porque visualices en tu mente tu propio cuerpo como si tuviese unas formas y contornos mucho más exuberantes de lo que son. Son solo pensamientos y no tienen nada que ver con que desees acostarte con los personajes de tus fantasías en la vida real o que no te guste tu cuerpo o pareja. Nada de eso. Es hora de dejar que la mente vague en busca de mejores y excitantes experiencias sin coartarnos disfrutando de cada fotograma recreado en nuestra mente para este momento tan íntimo y personal.
No estás de humor: practicar onanismo cuando estás malhumorada, te duele la cabeza o simple y llanamente te aburres para ver si así solucionas tu estado de ánimo es una muy buena idea, pero ante todo deberías poner de tu parte. La cuestión no es desabrocharse el pantalón, bajarse las bragas y empezar a apretar el clítoris como si así encendieses tu alegría y bienestar. Prueba a ponerte algo de lencería, acariciar tu cuerpo echándote algún aceite o crema perfumada, encender unas velas, cerrar los ojos unos minutos y respirar lenta y profundamente. Relajarte puede intensificar potencialmente la sensación de placer.
No esperas a estar excitada: en relación con el punto anterior, no solo importa que te apetezca tocarte porque tienes un ratito libre, también hace falta que le apetezca a tu cuerpo. Saltarte por alto que tu vagina esté o no lubricada es un error garrafal. Y no tanto porque puedas hacerte daño al introducir algún dedo en la vagina o acariciar tu clítoris, que también, sino porque las contracciones serán mucho menos intensas y placenteras. Prueba a acariciarte entera de arriba abajo centrándote en las zonas especialmente erógenas y después, entonces sí, pasa uno de tus dedos por la entrada de la vagina. Si esta está lubricada aprovecha el mismo fluido para pasar la yema del dedo por el clítoris y notarás que la sensación de humedad aumentará poco a poco… Y si no surge de forma natural siempre puedes optar por untarte suavemente con algún lubricante para que todo, literalmente, fluya (sí, de verdad, ¡no está mal visto que hagas esto!). Disfrutar del momento, por breve que sea, con calma la masturbación puede ser toda una experiencia sexual intensa y de lo más gratificante. ¿Sientes ya un cosquilleo por tu entrepierna? Al lío.
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