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La boda de Lorenzo Moinet y Gabriela Represa: un vestido de novia muy especial e invitados de la aristocracia

Una boda de ensueño en Sevilla: Gabriela Represa y Lorenzo Moinet unieron sus vidas en una emotiva ceremonia seguida de una celebración espectacular que reunió a la aristocracia española y europea en escenarios históricos, como el Palacio 7 balcones.

Lorenzo Moinet Ybarra y Gabriela Represa de la Lastra

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El empresario y diseñador Lorenzo Moinet Ybarra y la licenciada en derecho Gabriela Represa de la Lastra se dieron el "sí quiero" el sábado pasado. Un enlace celebrado en Sevilla que superó todas las expectativas, además de convertirse en uno de los eventos sociales más importantes del año.

La capital andaluza se convirtió en el escenario de una ceremonia donde se reunió a miembros de la aristocracia andaluza y europea. Un enlace que sella, por fin, una preciosa historia de amor que empezó hace varios años.

Más sobre la celebración

La ceremonia tuvo lugar en la Parroquia del Sagrario o Parroquia de San Clemente, perteneciente de la mismísima Catedral de Sevilla. Un templo de gran valor simbólico y una joya del Renacimiento con elementos barrocos.

La novia llegó a la iglesia radiante, acompañada de su padre y padrino, donde la admiraron los más de 350 invitados. Los rostros de los novios e invitados reflejaron a la perfección la emoción del momento.

Lorenzo Moinet y Gabriela Represa recién casados
Lorenzo Moinet y Gabriela Represa recién casados | Instagram, @lorenzomoinetybarra

Pero una de las cosas más especiales de la ceremonia fue que la ofició el canónigo Perico Ybarra Mencos, tío del novio, junto al también canónigo Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp.

Tras darse el "sí quiero" y salir de la iglesia acompañados de una lluvia de confeti blanco, los novios e invitados se trasladaron al Palacio 7 Balcones, en Castilleja de la Cuesta. Allí tuvo lugar la cena y el festejo nocturno.

Lorenzo Moinet y Gabriela Represa bailando en la fiesta de su boda
Lorenzo Moinet y Gabriela Represa bailando en la fiesta de su boda | Instagram, @lorenzomoinetybarra

El palacio es originario del siglo XVIII, y fue restaurado por el propio Lorenzo. Cuenta con jardines diseñados por Forestier y una colección de vajillas y cristalería que han hecho de cada rincón del palacio un escenario digno de fotografiar.

La fiesta se prolongó hasta la madrugada, con momentos de emoción, buena música y mucha diversión. Los novios lo pensaron absolutamente todo al detalle, hasta facilitaron el traslado al palacio de todos los invitados con autobús, tanto de ida como de vuelta.

El vestido de la novia

Gabriela lució un vestido exclusivo firmado por el diseñador Fabio Encinar, una marca española reconocida por su enfoque artesanal y su reinvención de transformar cada diseño en una pieza única.

Con silueta de princesa, el vestido combina el romanticismo de una falda voluminosa con unas mangas abullonadas algo más modernas. Pero lo que más llamó la atención, fue el contraste del blanco marfil del vestido con el escote recto negro, rematado, a su vez, con un lazo en la espalda que acababa en cola.

Pero el complemento que se llevó todas las miradas fue la tiara clásica coronaba su cabeza, una pieza del siglo XIX que pertenece a su familia. Gabriela optó por un peinado de melena suelta con ondas suaves, para no restar protagonismo a la gran joya.

Los invitados

Este enlace matrimonial reunió a gran parte de la alta sociedad española y la aristocracia europea.

Entre ellos destacó la presencia de la principesa Electra Marconi, la condesa de Broqueville de Vinck de deux Orp, los marqueses de Torrenueva, el marqués Benamejí, la duquesa de Santoña, y los condes de Peñaflor y Torrehoyos.

La preboda

Las celebraciones nupciales empezaron un día antes con una preboda el día 27 de junio. Se celebró en el Palacio Bailén, una propiedad de Pepa Ybarra Mencos, la madre del novio.

Esta joya del siglo XVI reformada por la propia familia y que está situada en el corazón de Sevilla, fue el escenario ideal para recibir a los más de 350 invitados que se reunieron de distintos lugares de España y Europa.

La velada, distendida pero sofisticada, contó con música en directo, cócteles y una decoración divina que realzó la belleza del lugar.

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