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Esto si es la auténtica 'porn food'

La 'porn food' se inventó en España: chochos, pollitas o tetas de monja

En Andalucía se demonina chochos a los altramuces y en Asturias a las gallinas jóvenes, se las llama pollas. Esto es solo una muestra de algunos de los nombres más curiosos que podemos encontrar en nuestra gastronomía. Recuerden que a la palometa también la podemos llamar japuta...

-Unos altramuces chochos, listos para ser comidos.

Unos altramuces chochos, listos para ser comidos.Tamorlan

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Ser soez forma parte, aunque no queramos, de nuestro acervo cultural. Y por qué no decirlo, de nuestro encanto. Nada nos gusta más que un chiste verduzco o una buena sesión de humor de brocha gorda, así que en la comida no podíamos hacer una excepción.

Entre el chiste y la tradición, la gastronomía española tiene bastante guasa a la hora de poner nombres a algunas cosas que luego nos vamos a meter en la boca. Así que, sin más dilación, vamos echarnos unas risas.

Porque, sí, amigos, quien más quien menos se ha comido un chocho alguna vez. Y de hecho, cuando te comes uno, te comes un buen puñado, porque son bastante adictivos. Chocho es como se conoce en algunas zonas de España a los altramuces, en especial en Andalucía, donde la guasa es asignatura obligatoria en todos los colegios, aunque también se les llama así en Latinoamérica.

También habrá quien se habrá relamido tras un poco de picapolla. Como en el resto de este post, mejor no malpenséis, porque solo se trata de un tipo de uva blanca procedente del Plà del Bages, en la provincia de Barcelona. La etimología de tan simpático nombre procede de las manchitas que tiene en la piel ('picades', en catalán) quizás similares a piojos (que en catalán se llaman 'polls').

Hablando de pollas, aunque sea algo menos común, seguramente alguna se habrán echado a la boca. Porque según la RAE, una polla es una gallina joven que aún no pone huevos, o justo ha empezado a ponerlos. De ahí que los huevos de pollita también sean un manjar muy buscado en la cocina. De hecho, poniéndonos sinonímicos, incluso podríamos unir los huevos de pollita con unos pennes, que serían lo que nosotros conocemos como macarrón, el de echarle tomate y chorizo, porque el maccheroni italiano es más grueso, redondo. Quién sabe si, además, podríamos echarle una salsita a base de Afuega’l pitu, un delicioso queso asturiano, que para desilusión de los más cochinos, no nos está hablando de partes pudendas masculinas, sino de la garganta, que es a lo que los asturianos llaman pitu.

Para acabar con la parte érotico-festiva culinaria, no debemos olvidarnos del queso de Tetilla, que requiere poca explicación, o la teta de monja mallorquina. Al hilo de las monjas, entramos en la zona más escatológica del asunto, que también la tenemos. Si nos gustaron las tetas de monja, igual también nos gustan sus pedos, unas delicadas galletuelas catalanas que, a las que su inventor italiano les llamó petto di monacca, pero la similitud entre el italiano petto y el catalán pet acabó llamándolas como ventosidades.

Si con el tema aerofágico no tenemos suficiente, siempre podemos optar por degustar un cagallón, que así, de golpe, es sucio. Este es el nombre que reciben los pepinos de mar en algunas zonas de Levante, como Alicante. Y también tenemos cagallones en tierra, aunque esta vez, de fraile (también conocidos como cipotes de lobo), aunque estos más que propiedades gastronómicas, lo que se le atribuía eran propiedades mágicas y curativas. Del mar también nos llega la Pota, ese molusco que, si no vas con cuidado, te querrán colar como calamar. Como colofón, y directamente desde la cocina latinoamericana, les invitamos a probar el pollo violado.

Llaménme japuta, pero para acabar, rescataré palabras de otros idiomas que se usan para referirse a comida y que en el nuestro tienen un ajuste más bien malo, como Kaka, que en noruego es pastel, o Puto que es una pasta a base de arroz filipina. Y lo mejor es cuando lo más importante, el sustento básico, tiene un nombre también peculiar, a ojos de español, como la pisha rusa, el alimento básico que se celebra en un viejo y popular proverbio щи да каша – пища наша “Shchi da kasha, pisha nasa”, (la col y las gachas son nuestro alimento).

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