LOS HERMANOS ROCA ESTÁN TRAS LA CARTA
Diez motivos para visitar el Roca Bar
Se encuentra en el interior del hotel Omm y es uno de los lugares más sofisticados de la Ciudad Condal sin que su precio sea excesivo en absoluto. ¿Los motivos? Tras la carta, los hermanos Roca y el buen hacer del Grupo Tragaluz, un estandarte gastronómico de la ciudad; un interiorismo de escándalo y cierta predisposición de la gente guapa local a ocupar su comedor. Por estos motivos y los que vienen a continuación Roca Bar es el lugar al que hay que ir en Barcelona.
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1- El interiorismo. El otro día se me enfadó un conocido 'bon vivant' al que envié a cenar al Roca Bar, un hombre amante del lujo y la sofisticación que buscaba en Barcelona ese reducto 'high class' de hoteles de lujo y glamour. Le recomendé encarecidamente Roca Bar y se dio la vuelta nada más poner sus pies en él porque "está en el lobby", me dijo enfurecido. Y así es. Bien, no exactamente en el 'lobby. Está en la planta que da a la calle, no tiene puerta y se halla en un amplio espacio que comunica con la recepción, con una barra siempre frecuentada pero para nada con la intimidad que muchos buscan cuando se acercan a cenar a un hotel de lujo.
Para nosotros, sin embargo, esta ubicación de Roca Bar es un plus, una muestra de la voluntad del local de abrirse a cualquiera que ame comer bien, de gritar a los cuatro vientos que se puede cenar por 25 € un menú firmado por los hermanos Roca. En cualquier caso, Roca Bar tiene un interiorismo espectacular, como siempre ocurre en el Gruipo Tragaluz, con unos techos altísimos, una elegante barra y un aire cálido y agradable gracias a la presencia de la madera.
2- Los hermanos Roca. Tienen tres estrellas Michelin y su restaurante El Celler de Can Roca fue elegido en 2013 el mejor del mundo. Pero los carismáticos hermanos huyen de la alta cocina para firmar bocadillos, ensaladas, tapas y otros platos sencillos propios de cualquier bar de tapas, siempre con ese toque de creatividad implícita en cualquier cosa que hagan los creadores de esta carta tan sencilla como interesante.
3-Una barra de ostras. Como si no quieres ir a cenar o tapear y lo que te apetece es pasarte por el hotel Omm a media tarde y darte un homenaje a base de un par de ostras y una copa de cava. Hay una barra exclusiva de Fishhh, con pescado fresquísimo a punto para ser degustado.
4- Vino de nivel a copas. Rosa Esteve, propietaria del Grupo Tragaluz, nos lo contaba de esta manera: "yo quería que mis clientes pudiesen tomar vinos buenos, pero sin obligarles a gastar un dineral". Para ello, ideó una fórmula que está funcionando la mar de bien, y no es para menos. Roca Bar tiene una selección de vinos a copas de grandes bodegas, con botellas que oscilan entre los 70 y 300 €, que los comensales pueden pedirse a copas tanto si simplemente quieren probar una como si lo que desean es ir cambiando de vino, de vinazo, para ser más exactos, a lo largo del ágape.
5- Los rocadillos. Quien aún no haya probado un rocadillo debe saber que vale mucho la pena y no le va a suponer un dispendio terrible. Estas simpáticas piezas son una especie de bocatas sellados, elaborados con un pan especial de la casa tirando a dulce, y que pueden llevar dentro diversos ingredientes. A nosotros nos encanta el de pollo al curry, que no llega a los 10 €, y con el que habremos cenado si buscamos un picoteo rápido pero delicatessen. Aunque si nos queda algo de hueco deberíamos probar...
6- Las croquetas. Maravillosas las croquetas de ibérico que, acompañadas de uno de los vinos a copas, pueden ser el perfecto tentempié de media tarde, por el mismo precio prácticamente que nos va a costar cualquier picoteo mediocre en el vecino Passeig de Gràcia. Sabrosas, melosas y muy muy cremosas son, tal vez, las mejores que pueden degustarse hoy en día en la Ciudad Condal.
7- Música en vivo por las noches. Lo que le da un aire muy Woody Allen al conjunto, pues el local tiene un look y un aire indudablemente neoyorquinos.
8- La ensalada de tubérculos. Hay muchos platos que valen la pena, pues ahí están los buñuelos de trufa o las magníficas bravas, presentadas a modo de gran patata perforada con cuadros simétricos rellenos con ambas salsas. Pero este no sólo nos gusta, sino que nos cae especialmente bien por estar compuesto por alimentos que crecen exclusivamente bajo tierra.
9- Su aire informal. Lo decíamos en el primer punto e insistimos: quienes busquen pajaritas, cierto estiramiento y una retahíla de copas y cubiertos para hincar en platos rocambolescos que no visiten Roca Bar, pues este establecimiento es, en palabras de Esteve, "un bar, ni más ni menos que un bar, y no pretende ser otra cosa". Un bar de tapas, pues, firmadas por tres de los grandes, en un espacio rabiosamente cool y con ese halo de sofisticación siempre inherente al hotel Omm. Pero es un bar, y la gente coge las tapas con las manos y se les queda salsa en la comisura de los labios. Como debe ser.
10- El Roca Moo. Justo al lado del Roca Bar hallamos el Moo, un restaurante, ya sí, con estrella Michelin que fue uno de los grandes incomprendidos en Barcelona cuando abrió hace más de diez años y que ahora se ha consolidado como uno de los lugares en los que mejor se come en la ciudad. Nadie entendió entonces que en el Moo, pese a su solera, no había manteles ni ese falso postín, afortunadamente ya en vías de extinción, que rodeaba a muchos restaurantes con estrella. Así pues, si te plantas en el Omm siempre tendrás dos opciones a elegir, una más cara y la otra, la que nos ocupa, mucho más económica, tanto como unos 25 € por cabeza.
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