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DESINFECCIÓN

Lejía en casa: ¿cuándo debes usarla y cuándo no?

La lejía puede ser nuestra mejor aliada para la limpieza del hogar o jugarnos malas pasadas y estropear tejidos y superficies. Cuidado con ella.

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Probablemente, muchas tenemos en casa un par de botes de lejía: uno blanco para la ropa y otro amarillo para las superficies. Aunque en determinados momentos puede haber estado más o menos arrinconada, en los últimos tiempos este desinfectante ha pasado a convertirse en un básico, dada su capacidad para acabar con virus y bacterias. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el uso de productos de hipoclorito de sodio, como es la lejía, para desinfectar superficies que se tocan habitualmente en los hogares y prevenir la propagación de virus y bacterias. Los beneficios de la lejía son de sobras conocidos: es un potente desinfectante que, si se usa correctamente, mantendrá nuestro hogar siempre protegido de gérmenes. Sin embargo, su empleo incorrecto puede estropear superficies y prendas de ropa, de manera que es importante no solo saber cuándo y dónde usarla, sino también cómo.

Ideal para el baño

La lejía, mezclada con agua, es ideal para limpiar inodoro, pica, ducha, grifería, juntas de las baldosas y, en definitiva, cualquier elemento del baño. Es perfecta para acabar con el moho que se puede formar en algunos rincones que suelen estar húmedos, además de blanquear instantáneamente todas las zonas ennegrecidas. Basta un chorrito diluido en una palangana para notar sus efectos (la OMS recomienda unos 130 ml de lejía por 870 ml de agua). Cuando limpies con lejía, utiliza siempre guantes, pues puede estropear tus uñas e incluso provocarte reacciones alérgicas.

No la mezcles con otros productos

Si piensas limpiar con amoniaco o con cualquier otro desinfectante, es probable que se te pase por la cabeza la posibilidad de añadir lejía para multiplicar los efectos. No lo hagas. No solo porque cada producto tiene su función, sino porque juntos pueden provocar una reacción tóxica. Algunos posibles efectos de una intoxicación son irritación en la piel y las mucosas, dolor de cabeza e incluso problemas respiratorios. Si mantienes una limpieza constante en tu hogar de las zonas más expuestas a bacterias (fundamentalmente cocina y baño) no tendrás necesidad de hacer limpiezas agresivas muy a fondo cada cierto tiempo, pues con el mantenimiento diario bastará.

Lejía
Lejía | iStock

Lee las etiquetas de la ropa

Solo si pones una lavadora exclusivamente de ropa blanca y en ningún caso está contraindicado el uso de lejía puedes permitirte añadir un taponcito (unos 100 ml) a la colada. En caso contrario, lo mejor es optar por un programa con un prelavado potente y evitar el uso de lejía. Para eliminar las manchas, lo mejor es poner la mancha en remojo en una palangana con un chorro de lejía, durante una media hora, escurrirla convenientemente y proceder a un lavado regular. Si las manchas son muy difíciles y aún así no acaban de salir, siempre puedes aplicar un poco de lejía directamente sobre ellas, dejarla actuar durante unos minutos y aclarar con abundante agua antres de proceder al lavado.

Evita su uso sobre maderas y superficies de aluminio, yeso, acero inoxidable o plástico

Existen productos específicos indicados para estas superficies, que pueden acabar dañadas en contacto con la lejía. Lo mejor es que te fijes en las indicaciones del producto y lo emplees estrictamente para las superficies indicadas. No olvides que para la correcta desinfección de superficies que no toleran la lejía, existen opciones caseras como el vinagre, el limón, le bicarbonato o el potente percarbonato de sodio, muy popular en los últimos tiempos.

La lejía no limpia, desinfecta

Parece una perogrullada, pero incluso la OMS advierte de que la lejía actúa como desinfectante, de manera que hay que limpiar siempre primero. Así pues, lo recomendable es emplear un detergente limpiador adecuado para cada superficie y, por último, acabar con lejía. Es importante tener en cuenta que la lejía no debe diluirse nunca en agua caliente ni conservarla de un día para otro, ya que en ambos casos pierde sus propiedades. Cuando se emplea, es recomendable hacerlo siempre con la ventana abierta y, si es posible, mantener las superficies ventiladas durante un tiempo.

Utilízala para los electrodomésticos

Microondas, lavavajillas, lavadora, secadora, nevera… No olvides repasarlos con lejía tras la limpieza para asegurarte de que no quede ni un germen. Ten cuidado si hay superficies plásticas o de aluminio, que podrían dañarse en contacto con este desinfectante.

¿Ambientador o lejía?

Si en tu casa hay fumadores, se te ha estropeado algún alimento o te has olvidado de tirar la basura, nada mejor que una buena limpieza con lejía para eliminar los malos olores. Como decíamos, no olvides ventilar correctamente la estancia para acabar de eliminarlos y al mismo tiempo evitar la toxicidad del producto.

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