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Tenerife

La madre del joven militar ahogado en Tenerife desvela lo ocurrido: culpa a los servicios de emergencia

La madre de Alejandro, el joven militar fallecido en aguas del Puerto de la Cruz, ha contado con detalle lo ocurrido la semana pasada.

En resumen

  • Pide que "se suspenda de actividad" a los que participaron en su rescate "hasta que se esclarezca lo sucedido".
  • "Yo les indicaba con la mano dónde estaba Alejandro y observaba cómo ellos miraban al mar y no hacían nada", detalla la novia en su relato.

La madre del joven militar fallecido en aguas del Puerto de la Cruz (Tenerife) la pasada semana ha contado lo que verdaderamente ocurrió en aquel fatídico día. Natalia ha leído en un vídeo que ha publicado en su cuenta de Facebook a la narración de la novia de Alejandro, que se encontraba con él el día de los hechos.

La madre pide "que por favor revisen lo que pasó el sábado 5 de octubre y se suspenda de actividad a los integrantes hasta que se esclarezca lo sucedido". Los hechos ocurrieron el pasado 5 de octubre cuando el joven caminaba con su novia por la zona de Los Riscos de Martiánez (Tenerife), cuando resbaló y cayó al mar.

Natalia ha leído en el vídeo el mensaje que le envió la novia de su hijo en el que explica con detalle lo sucedido:

"El sábado 5 de octubre, sobre las cinco de la mañana, Alejandro, mi novio, me llevó a un lugar desconocido para mi pero muy visitado por él y por sus amigos. Aparcamos el coche en un lateral de la carretera y fuimos caminando hacia el lugar.

A medida que nos estábamos acercando, el camino se volvía más débil y peligroso, pero no fue motivo suficiente, por desgracia, para irnos de ahí. Llegados a un punto, Ale me advirtió del peligro de la zona y me dijo que tuviera cuidado. En ese preciso momento, vi cómo se resbaló debido a su inadecuado calzado y caía a las rocas acabando en el mar inconsciente.

Dejé mi mochila y mi teléfono en una roca, bajé unos metros y me tiré al agua para socorrerlo. Cuando me acerqué a él, le di la vuelta para que pudiera respirar e intenté reanimarle gritándole y dándole pequeños golpes.

Lo conseguí, vi cómo abrió sus ojos y respiró muy fuerte. Intenté, sin soltarlo en ningún momento, agarrarme a las rocas y salir. Pero el oleaje en ese lugar era fuerte y cada vez que llegaba una ola nos hundía.

Ale, al ver que cada vez tenía menos fuerza, se soltó de mi e intentó salir por sí solo de ahí. Fue entonces cuando Ale me miró y gritó, no sé si por desesperación o por miedo, pero me hizo sacar fuerzas, agarrarme de nuevo a las rocas y aprovechar el impulso de la ola que venía para salir.

Lo logré y pedí a Ale que me diese su mano para salir. Me dio su mano pero la fuerza del mar lo alejó de nuevo. Opté por escalar un par de metros para encontrar mi teléfono y llamar al 112. Al verlo, Ale se soltó de la roca y se puso boca arriba en una zona donde el mar estaba en calma.

Tras contarle lo sucedido a la mujer que me cogió el teléfono, me pasó con un hombre que me dijo que mandaría un helicóptero. [...]Opté voluntariamente por activar la localización de mi móvil para saber dónde me encontraba exactamente y llamé de nuevo al 112 para dar más información. Volví a hablar con el hombre y le pedía prisa ya que Alejandro estaba esperando en el agua vivo.

Entonces vi el helicóptero pero ellos no me vieron a mi y dieron la vuelta.[...] Le indiqué al hombre, con el que estaba hablando por teléfono, lo que había pasado. [...]Volvió a pasar el helicóptero pero pasó de largo y en ese momento vi a Alejandro y pude ver cómo soltó sangre por la boca y se hundía.

Le conté eso mismo atacada al hombre y al cabo de unos minutos apareció el helicóptero. Yo les indicaba con la mano dónde estaba Alejandro y observaba cómo ellos miraban al mar y no hacían nada. [...]

Uno de los integrantes del helicóptero bajó y se quedó a unos 10 metros de distancia. Me preguntó si me podía acercar donde estaba él y yo le pedí que me metiese en el agua para sacar a Alejandro y, en numerosas ocasiones, me dijo que no tenía el tiempo necesario para hacerlo.

Al subir al helicóptero intentaron consolarme pero yo no entendía por qué no se habían metido en el mar y por qué nos íbamos de allí si yo estaba bien [...]".

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