Manuel Valls, nacido en Barcelona hace 51 años, fue nombrado primer ministro de Francia, tras cosechar una enorme popularidad en los dos años últimos años, en los que el político, del ala más liberal del Partido Socialista (PS), ha ejercido como titular de Interior.
Valls, que se define como un "socio-liberal a la francesa" y partidario de la "tercera vía" del exprimer ministro británico Tony Blair, toma las riendas del Ejecutivo francés en sustitución de Jean-Marc Ayrault, quien este lunes presentó su dimisión y la de su Gobierno al presidente François Hollande, un día después de la histórica derrota del PS en las elecciones municipales.
Ideológicamente alejados, pese a formar parte del mismo partido, Valls y Hollande aproximaron sus posturas en la campaña para los comicios presidenciales de 2012. Su conocimiento de los barrios más sensibles y su gestión de la seguridad en Evry, a las afueras de París, le otorgaban méritos para hacerse cargo del Ministerio del Interior, puesto en el que ha logrado convertirse en el político mejor valorado de un Gobierno impopular.
Su papel en Interior
En ese gabinete ha encarnado los valores más conservadores del PS, centrándose en la lucha contra la criminalidad con la creación de zonas de seguridad especiales en barrios sensibles y multiplicando sus apariciones ante los medios de comunicación.
En 2007, incluso estuvo a punto de entrar en el primer Gobierno del conservador Nicolas Sarkozy, quien estaba deseoso de integrar a políticos de izquierda en su proyecto de "apertura", pero prefirió plegarse a la disciplina del partido, aunque no abandonó la línea crítica con la dirección del PS francés.
El diputado se apoyó en su creciente popularidad, dentro de su circunscripción y de su ciudad, para lograr notoriedad en el ámbito nacional. Un ejemplo de su protagonismo en la actualidad política es la guerra que emprendió contra el polémico cómico Dieudonné y sus reiteradas bromas contra la comunidad judía. Valls salió victorioso de esa batalla y Dieudonné, discreto en los últimos meses, intenta saldar ahora sus cuentas pendientes con el fisco por las diversas condenas en su contra por declaraciones antisemitas.
La designación al frente de Interior le colocó como una de las figuras más visibles del equipo de Hollande, oportunidad que no ha desaprovechado y que le ha convertido en el perfecto sustituto del primer ministro. Pero su gestión como "primer policía de Francia" ha exasperado a los ecologistas, que forman coalición con los socialistas y que amenazaban con abandonar el Ejecutivo si Valls asumía el mando del Gobierno.
Valls, catalán y culé
Nació el 13 de agosto de 1962, hijo del pintor catalán Xavier Valls y de la italiana Luisangela Galfetti. Es sobrino-nieto de Manuel Valls i Gorina, compositor del himno del FC Barcelona, de donde le viene la afición por el club azulgrana que cultiva en la actualidad.
Instalado en Francia en la adolescencia, comenzó muy joven a militar en movimientos de izquierda y a los 17 años se afilió al PS, aunque no obtuvo la nacionalidad francesa hasta los 20 años, lo que le impidió votar en 1981 por François Mitterrand, el primer presidente socialista de Francia.
Su entrada en el partido, cuando era estudiante de historia, se debió a su afinidad a la línea centrista defendida por Michel Rocard, que contrastaba con el izquierdismo de Mitterrand. Rocard le nombró ministro de Relaciones con el Parlamento en 1988, con tan sólo 26 años.
Valls volvió al Gobierno en 1997 de la mano del entonces primer ministro Lionel Jospin, que le eligió consejero para la Comunicación y la Prensa. Tras fracasar en un primer intento por convertirse en diputado en 1997, fue elegido alcalde de Evry en 2001 y logró entrar en la Asamblea Nacional al año siguiente.
Su popularidad local no dejó de crecer, a la par que su dimensión nacional. De cara a las primarias socialistas de 2011, Valls apoyó inicialmente a Dominique Strauss-Kahn, antes de que un escándalo sexual acabara con las aspiraciones del exdirector del Fondo Monetario Internacional, lo que le animó a presentar su propia candidatura. Quedó penúltimo entre los seis aspirantes, con el 6 % de los votos, pero Hollande le rescató para su candidatura.