EEUU

El juez advierte a Donald Trump: "No voy a tolerar ningún tipo de intimidación"

La Fiscalía de Nueva York ha presentado una moción contra el expresidente de EEUU por desacato al tribunal.

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Todd Blanche es mucho más que un par de manos seguras. Es lo que ahora se dice un crack. Trabajó durante años en la Fiscalía de Manhattan junto con Alvin Bragg, el fiscal que ahora acusa a Trump. Adquirió tal prestigio que le fichó el despacho de abogados más antiguo y con más abolengo de Nueva York. Trump se fijó en él hace tiempo y le pidió ayuda primero para amigos como su exdirector de campaña, Paul Manafort, y, después, para él mismo. Cuando Trump necesitaba un abogado, llamaba a Blanche para que le consiguiera el segundo mejor.

Ahora que Trump tiene los juicios más importantes de su vida, el expresidente ha convencido a Blanche para que abandone su despacho estrella, forme su propio bufete y participe en su defensa en todos los casos. En el de Nueva York lo hace directamente. Es decir, a cara de perro frente a su excompañero Alvin Bragg.

Cuando en la sala del tribunal Blanche se puso a repasar sobre la marcha el historial de los comentarios por redes sociales de una posible jurado, dio con un baile de ella en la calle la noche que Biden ganó las elecciones, le preguntó al respecto e inmediatamente concluyó que esa era una posible jurado a quien mejor se enviaba a casa.

Con lo que Blanche no contaba es con que Trump la mirara a los ojos con aire nada simpático y le murmurara un comentario difícil de entender para el resto de la sala, sentados detrás, pero no para el juez Merchán, delante.

Una vez descartada la jurado, el juez se dirigió entonces a Blanche y le dijo: "Hable con su cliente. No voy a tolerar ningún tipo de intimidación".

La pregunta es qué va a hacer el juez. Cuando un acusado desacata las normas el juez tiene dos opciones: imponerle una multa económica o enviarle unas horas o días al calabozo. Las dos posibilidades son relativamente habituales para conseguir que cualquier acusado respete las normas. Pero... ¿De verdad puede funcionar con Trump?

En otros juicios se le han impuesto multas económicas. Es cierto que a Trump no le gusta pagar, pero lo es igualmente que cada multa aumenta las donaciones económicas a su campaña. Y en otros juicios le han puesto multas sin mucho éxito. Al final, el recurso que le queda al juez es la posibilidad de restringir directamente la libertad del acusado. Y, sin embargo... ¿Se puede atrever?

Trump se convertiría automáticamente en un mártir y, además, el juez estaría poniendo temporalmente entre rejas a un candidato con muy razonables posibilidades de ganar las próximas elecciones, es decir, a alguien que cuenta con un apoyo de alrededor la mitad de los votantes del país. Eso sin contar que se trata de un expresidente y, por tanto, al otro lado de las rejas (o incluso en el mismo) tendrían que estar permanentemente agentes del servicio secreto.

En suma, empieza un juicio en el que Trump, por muy difícil que parezca, tienen muchos ases en la manga. El más importante de todos será que solo es necesario que uno de los doce miembros del jurado no le considere culpable para que Trump no sea condenado. Desde ese momento, Trump tendría la mayor victoria política que podría conseguir en este momento. No es tan complicado.

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