Cataluña

Un juez de Lleida perdona una deuda de 500.000 euros a unos padres que avalaron el negocio de su hijo

Al quebrar el negocio por la crisis de 2008 no pudieron afrontar toda la deuda adquirida. La sentencia aplica la Ley de Segunda Oportunidad.

Sala de un juzgado

Sala de un juzgadoIstock (Archivo)

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¿Qué padre no ha avalado alguna vez a un hijo? Ya sea para firmar una hipoteca, un alquiler... o un nuevo negocio. Igual que tantos otros, un matrimonio de Cervera (Lleida), avaló a su hijo, que quería emprender su propia carrera empresarial con un taller de compraventa de vehículos.

Al inicio todo fue bien. Incluso el padre, empresario de toda la vida, había empezado a trabajar con el hijo. Contaban con una póliza que les aseguraba cierta cantidad de deuda, y el banco la renovaba cada año. Hasta 2008, con la llegada de la crisis económica y el corte de grifo de las entidades bancarias. Además cayeron las ventas, los clientes con cantidades pendientes dejaron de pagarlas porque a ellos tampoco les daban financiación... “y aquello se hizo bola”, dice Marta Bergadà, la abogada que ha llevado el caso. “De este modo, la familia no pudo satisfacer lo que quedaba pendiente de pagar a su banco. La póliza que les había ayudado se convirtió en un enemigo”.

Al matrimonio le embargaron la casa, que salió a subasta. El dinero por el que se vendió no alcanzaba para liquidar la deuda de la póliza y con el paso de los años se jubilaron, quedándoles una pensión muy baja. “Les era imposible hacer frente a sus obligaciones y se fueron a vivir a casa de su hijo”, explica la abogada.

Deudas de 2008 sin sentencia

“Cuando llegaron al despacho vimos que era un caso claro de 'deudor de buena fe'; cumplían todos los requisitos para acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad”, continúa relatando Marta Bergadà.

El juzgado mercantil número 1 de Lleida ha dictado sentencia y exonera al matrimonio del pasivo que ha quedado insatisfecho a fecha de hoy y que asciende a 437.848,11 euros. Ahora hacen vida normal, pero la nueva situación cuesta asimilarla. Marta Bergadà cuenta que “les hemos puesto “un psicólogo desde nuestro servicio de bienestar porque cuesta hacerse a la idea. Es increíble, pero aún hay muchas deudas del año 2008 que tienen que llegar a sentencia”.

En esta historia se da el caso de que hace aproximadamente dos años, el mismo despacho también ganó el caso de su hijo, al que también se exoneró su parte de deuda. “Ahora ha montado otra empresa y se está recuperando poco a poco”, dice muy satisfecha la abogada.

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