Este Madrid-Deportivo se explica a partir de los libros de autoayuda: en
una relación que se rompe, gana el que primero se pone en WhatsApp la
foto de su nueva conquista, el que primero demuestra ser feliz de nuevo,
el que primero pierde el miedo a cruzarse con el otro un día cualquiera. Los jugadores del Madrid no querían a Benítez y lo
demostraron mientras a su ya exentrenador, el perdedor que tiene toda
guerra, sólo le quedaba hincharse a helado de chocolate viendo Love Actually e
imaginando finales felices muy distintos al que puso fin a su sueño.
Ramos -cambiado al descanso por precaución-
y Pepe tomaron la delantera a Varane, como Carvajal a Danilo e Isco a
James, en el croquis inicial de Zidane, que estructuró a su primer Madrid
con un 4-3-3. Benzema es seguramente el tipo más feliz por la llegada
de su compatriota y por eso correspondió al regalo en el 14' con un
taconazo que hizo menos malo un tiro de Sergio Ramos a la salida de un
córner: 1-0. Para tranquilidad de todos, el venenoso Lucas Pérez ya había
dado el susto en el 11' con un mano a mano que salvó Keylor: qué sería de los
inicios sin un mínimo de nervios y dudas.
Si Zidane había sentado a Danilo,
era porque sabía que Carvajal le iba a dar la razón. Fue en el 23' cuando
del lateral español salió el 2-0: Bale, de cabeza. No se
movió el marcador en la primera parte, finalizada con un escueto 2-0 que
no terminó de hacer justicia a los cuatro intentos de un activo
Cristiano y a las amenazas de Bale y Benzema, todo aderezado por la
fantasía de Marcelo. Los gallegos, meros invitados a la fiesta de
bienvenida a Zidane, sólo inquietaron con centros laterales y tiros
lejanos y vacíos de peligro.
La segunda parte hizo de Miami y
confirmó lo anunciado en la primera. Porque el Bernabéu, tanto tiempo
después, se excitó y vibró con su Gozadera particular. Bale quería
marcha e hizo dos goles más: el primero, en el 48', exhibiendo
superioridad técnica para aprovechar un envío de Cristiano al borde del
área: pase a la red y 3-0; el segundo, para cerrar su hat-trick en el
63', fue de cabeza, como acostumbra esta temporada: 4-0. El galés lleva en
primera línea de pelotón desde que la guerra se recrudeció -9 partidos, 9
goles y 7 asistencias-.
Zidane dio cariño en forma de minutos a
James y Jesé, sustitutos de Isco y Bale. Pero el protagonismo fue para
Benzema, que ante el desatino de Cristiano cerró la cuenta en el
descuento: 5-0. Fue un triunfo fácil ante un Dépor más asentado que
otras temporadas, un rival que sólo había perdido una vez en Liga fuera
de casa pese a pasar por campos de aúpa como el Camp Nou y Mestalla.
Fue,
a fin de cuentas, una noche feliz en Concha Espina. Al madridismo le
valía con no sufrir a Benítez y encima se encontró con un ídolo que no
sucumbió ante el peso de su historia: desechó los pelotazos y quiso el balón y el balón le devolvió el cariño en forma de goleada. Es muy pronto para aventurarse, pero este Madrid parece recuperar el lema no escrito de 'Zidanes y Jugones'; ilusiona desde el primer día con el reflejo de lo que siempre ha dado éxitos al club blanco: un entrenador que conoce el fútbol por dentro, que propone magia y que confía en la calidad, con más certezas que experimentos.