El falso monje shaolin se convierte en un líder en prisión

Lejos de mostrarse hundido por los presuntos delitos cometidos, se muestra seguro de sí mismo, sin miedos. Con su firmeza ha logrado ganarse la confianza de los otros internos. Lo ven como una especie de líder. En lugar de despertar rechazo, ha suscitado cierta admiración entre sus compañeros. El falso gurú, presuntamente asesino, sigue comportándose como si fuera una especie de Dios.

Juan Carlos Aguilar ha ingresado en el llamado módulo de respeto de la prisión de Zaballa. Un lugar donde se pretende establecer un clima de convivencia y máximo respeto entre los internos. Aquí no hay presos preligrosos que puedan dañar al falso maestro siguiendo las reglas no escritas de la cárcel. Entre rejas los asesinos de mujeres pueden sufrir el hostigamiento y hasta la agresión de otros reclusos.

Aguilar convive con otros 20 presos, todos ellos caracterizados por un buen comportamiento. En el módulo de respeto hay actividades a diario. El presunto asesino de Jenny Rebollo y Ada Otuya desayuna temprano y está muy atento a la prensa diaria y a lo todo lo que se publica sobre las atrocidades que presuntamente ha cometido. Por la mañana, asiste a talleres y acude a la sala de lectura. Tras la comida, vuelve a su celda indiviual. Tras la hora de la siesta, puede participar en actividades deportivas. 
En esta prisión prepara ya lo que será su defensa. Tras confesar a la policía dos asesinatos, ha guardado silencio ante el juez. Ha contratado a uno de los abogados penalistas más prestigiosos y caros de Bilbao.