Madrid

Vecinos de Vallecas, desesperados con la prostitución: "Los clientes vienen a por su polvo y se van"

Los vecinos del barrio madrileño de Vallecas se quejan del ruido, peleas y mal ambiente que generan dos prostíbulos situados en dos pisos clandestinos. Las prostitutas piden que las dejen ejercer su actividad.

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Piso discreto con actividad las 24 horas. Así se anuncian los prostíbulos que traen de cabeza a los vecinos de Vallecas (Madrid). Quienes viven cerca de estos dos pisos en los que se ejerce la prostitución se quejan del tipo de gente que atraen esos negocios, del ruido y de las imágenes que muchos veces tienen que ver los niños.

Espejo Público ha hablado con las mujeres prostituidas. En uno de los pisos viven 6 mujeres. No quieren dar la cara. Aseguran que de prostíbulos está lleno Madrid y no creen que las tengan que señalar a ellas. Agradecen "la propaganda gratis" que se está haciendo en la televisión sobre su actividad. Cuentan que muchas de ellas tienen hijos a los que alimentar y quieren seguir trabajando con normalidad.

Se anuncian por internet y en su actividad funciona mucho el boca a boca: unos clientes atraen a otros. Trabajan mujeres, en su mayoría extranjeras, con edades que van desde los 21 años. Muchas de ellas no tienen papeles y trabajar de esta forma clandestina es la única salida que ven para conseguir dinero.

"Es cierto que en la calle se escucha ruido de gente borracha, pero no es por nosotros"

Algunas no entienden que se genere malestar entre la comunidad de vecinos. "Los clientes vienen a por su polvo y se van", dice una de ellas. En la calle sí escuchan ruido de gente borracha a menudo pero no se debe a su actividad, señalan. Había un prostíbulo cercano que ha dejado de funcionar por orden del Ayuntamiento, tal y como relatan. Saben que la presidenta del edificio donde viven se queja de su actividad pero no entienden el motivo. "Mi cuerpo es mi cuerpo, hago con él hago lo que me da la gana", dice una de estas mujeres.

"Hace falta más normativa sobre la prostitución"

La periodista Samanta Villar echa de menos más normas. "Es verdad que la normativa te dice que una casa de apuestas no puede estar a menos de 100 metros de un colegio pero en el caso de los niños no se dice nada". Sin embargo, la política que se está apoyando ahora es la abolicionista, mantiene. "Estas mujeres no tienen más para alimentar a sus hijos", señalan.

Beatriz de Vicente, abogada penalista, sostiene que en su profesión se distingue claramente lo que es la esclavitud sexual y el ejercicio libre de la prostitución. "Limpiando escaleras no se ganan más de 600 euros al mes y con servicios sexuales se pueden superar los 4.000", explica. "Conozco a muchas mujeres que no ejercen ni desde la angustia ni la pobreza y hay que darles voz", apunta la letrada.

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