Inmigración
Cómo vive la isla de El Hierro la crisis migratoria
Un ejemplo de solidaridad y empatía: Así ha vivido la isla de El Hierro la mayor presión migratoria de su historia.
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El pequeño pueblo de La Restinga vive exclusivamente de la pesca y el turismo. Atraídos por sus ricos fondos marinos, miles de turistas llegados de todo el mundo llegan a la más pequeña de las canarias a disfrutar del buceo. En sus apenas cuatro calles hay restaurantes y pisos vacacionales cuyos propietarios viven gracias a estos turistas. Ese mismo mar proporciona también riqueza al medio centenar de pescadores que cada día salen a faenar en el conocido como Mar de las Calmas. Aquí se pescan las mejores viejas del archipiélago, un pescado blanco tradicional de la cocina canaria.
'Cementerio' de cayucos
Su apacible y tranquila vida se ha visto transformada en los últimos meses por la llegada incesante de cayucos. La suya y la de toda la isla porque han sido más de 14.000 personas en 2023. Eso ha supuesto en primer lugar que el pequeño muelle se adapte a los servicios de emergencia para que pudieran atender a los migrantes. El espacio donde atracaban los barcos y donde embarcaban los buceadores ahora se comparte con las dos embarcaciones 'salvamares' de Salvamento Marítimo que están de guardia permanente en la isla.
Los cayucos que retiran del agua se llevan al "cementerio" que han improvisado al lado de la lonja, esto impide que los pescadores puedan vender sus capturas y han visto cómo su negocio se ha visto reducido. Nos lo explica Jesús desde su barco 'Restinga Dos' desde el que más de una vez ha avistado y socorrido a algún cayuco en alta mar y lo ha conducido hasta tierra a la espera de la llegada de Salvamento Marítimo.
"Primera vez que van a un colegio"
Aunque la cifra es muy elevada, más migrantes que población, los herreños no conviven con ellos porque, por regla general, casi no pasan ni 24 horas en la isla. El sistema está bien organizado: llegan a la isla, la policía los retiene en el CATE de San Andrés y de ahí las guaguas los llevan hasta el puerto de La Estaca donde son trasladados en ferris hasta la isla de Tenerife. Los que sí se quedan son los menores. Actualmente hay más de 300 niños en la isla. La mayoría está en la residencia de Valverde, aunque no todos pueden ser escolarizaos por los escasos recursos y medios que hay en la isla. Medio centenar de ellos reciben clases en algunos de los centros de Valverde, El Pinar o Frontera. En los colegios el profesorado trata de adaptar el currículum a ellos y cuentan con una clase de apoyo de español para que su adaptación sea mejor. José Manuel Domínguez, el director del IES Garoé asegura que se integran muy rápidamente, "nunca hasta ahora han dado ningún problema, aprenden las reglas muy rápidamente y eso que para la mayoría esta es la primera vez que van a un colegio".
Para las instituciones ha sido un esfuerzo inmenso, especialmente para el Cabildo insular, cuyo limitado presupuesto también han tenido que adaptar. Su presidente, Alpidio Armas, sin embargo piensa que esta situación también es una oportunidad, “queremos que muchos de estos niños se queden en la isla, formarlos, atenderlos, que puedan cubrir la falta de personal en muchos sectores como la hostelería o la agricultura” Cuando le preguntamos que cómo han logrado hacer frente a una situación tan grave en tan poco tiempo, su respuesta es concisa: "El pueblo herreño ha sido un pueblo de emigrantes, sabemos lo que es abandonar nuestro país, con solidaridad y empatía somos capaces de buscar recursos donde no los hay".
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La pequeña isla de El Hierro es también conocida como la isla del Meridiano, porque aquí se estableció el meridiano cero hasta 1884. Hoy se ha convertido en ejemplo de solidaridad. Ese meridiano cero, es ahora punto de partida para los miles de africanos que se embarcan en una patera buscando una vida mejor
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