BETTY VE TELENOVELAS

Halit, de príncipe a mendigo en Pecado original

Han sido muchos los imprevistos que hemos vivido en Pecado original, pero la hecatombe económica que ha vivido Halit pasando de príncipe a mendigo ha sido de los más destacados.

Publicidad

Desde que nos adentramos en las vidas de los personajes de Pecado original, Halit ha sido uno de los grandes protagonistas por su gran poder, su gran riqueza, su gran capacidad para seducir a las mujeres de la serie y su gran ego. El personaje que interpreta Talat Bulut estaba en la cresta de la ola a todos los niveles.

Pero quienes viven o conocen mínimamente el mar saben que las olas terminan rompiendo en la costa. Pueden hacerlo plácidamente en una bucólica playa o golpeando con toda su intensidad contra un agreste acantilado.

Halit ha vivido algún que otro momento de marejadilla playera como su divorcio de Ender, su enemistad con Nadir o sus problemas familiares con sus hijos.

Sin embargo, ahora ha sufrido la marejada causada por una ciclogénesis explosiva golpeando con toda su intensidad contra las rocas de la costa más escarpada.

La caída del emperador

Aunque Halit nunca ha sido nuestro personaje más querido, sin duda a todos se nos encogió un poquito el corazón cuando lo vimos abandonar su maravillosa mansión frente al Bósforo. Y, sobre todo, cuando fuimos testigos de su viaje de iniciación hacia un humilde barrio y de su desoladora entrada en la sencilla casa de su chófer.

Y en ese mismo instante nos preguntamos cómo hemos llegado a este punto. Halit ha cometido mil errores desde que lo conocemos, pero ¿dónde ha estado su error? ¿Cuál ha sido su gran equivocación para vivir una experiencia de ese tipo? ¿Qué cúmulo de circunstancias lo han llevado desde lo más alto de la pirámide económica o social a la planta baja de la realidad?.

¿Una mala gestión empresarial? ¿Pésimas decisiones personales? ¿El precio de la soberbia de creerse invencible? ¿El coste del egocentrismo? ¿El karma?

Un marido pésimo

La primera vez que pusimos a Halit en la lista de personajes detestables fue casi al principio. No nos gustaba el plan de Ender de engañarlo para conseguir un beneficioso divorcio, pero tampoco nos parecía bien la forma de tratarla y menospreciarla. Ender ni ha sido ni será nunca un angelito, pero el comportamiento de Halit siempre ha estado totalmente fuera de lugar con ella.

No perdía la oportunidad de humillarla mientras estaban casados y su gestión del divorcio también dejó bastante que desear. Es posible que no se mereciese ni una lira, pero torpedear la relación con su hijo a base de mentiras es demasiado bajo como para ser perdonado. No es que Halit haya infravalorado a Ender como madre. Es que nunca la ha respetado como tal. Siempre ha actuado como si Erim fuera 100% de su propiedad y como si su madre no tuviera ni voz ni voto en las decisiones que afectaban al adolescente. De hecho, por eso nos hizo ilusión aquella sospecha de que Erim podía ser hijo de Kaya.

Halit siempre reprocha a Ender su odio, su rencor y sus ansias de venganza, pero, al mismo tiempo, siempre olvida todo lo que él le hizo a ella. Por eso, conociendo como conocemos a Ender, casi recomendaríamos a Halit que se alegrase de que ella no esté siendo más cruel con sus nuevas circunstancias.

De hecho, Ender dio una de las claves de la personalidad de Halit en una conversación con Zerrin. En aquel momento, la madre de Lila presumía de la buena relación que tenía con Halit. Ante eso Ender replicó que Halit no la respetaba por haber sido su esposa o por ser la madre de su hijo. Halit trataba bien a Zerrin porque tenía dinero.

El estatus Argun

Porque para Halit lo más importante era el estatus social y económico. A Ender podía humillarla y ofenderla por su origen modesto, algo que repitió después con Yildiz.

Desde sus primeros días de casados, Halit dejó claro a Yildiz que debía adaptarse a su nueva condición de señora Argun. Debía comportarse como la señora Argun. Debía vestirse como la señora Argun. Debía hablar como la señora Argun. Debía relacionarse con personas a la altura de la señora Argun.

Y, por supuesto, Halit no tenía que cambiar ni medio milímetro para facilitar la convivencia matrimonial. Él tenía la razón y punto. Su apellido debía respetarse y punto. ¿Cuántas veces le dijo a Yildiz que lo había humillado? Innumerables. ¿Cuántas veces humilló él a Yildiz? Innumerables. Pero para Halit los sentimientos de su cuarta esposa no eran importantes.

No lo eran cuando la engañó con Ender. No lo eran cuando la hizo convivir bajo el mismo techo que Sahika estando embarazada. No lo eran cuando le fue infiel con Leila. Para Halit solo eran importantes los sentimientos de Halit.

Pero lo peor de todo no eran los engaños o las faltas de respeto. Lo peor era la actitud prepotente y soberbia de Halit restándole importancia a sus propios errores. ¿Recordamos cuando le dijo a sus hijos que Yildiz estaba exagerando tras descubrirlo con Leyla? ¿Era una estrategia para intentar salvar su matrimonio o de verdad pensaba que su mujer estaba sacando las cosas de quicio?

Un padre frío

Pero no solo sus mujeres han sufrido el endemoniado carácter de Halit. Sus hijos también han sido víctimas de su egocentrismo. A estas alturas aún seguimos esperando que tenga una palabra amable, un breve elogio o un simple gesto de cariño hacia Zhera. Por sistema, todo cuando hace y dice Zhera es un gravísimo error que pone en peligro el buen nombre de la familia. Pero Halit ni se plantea que tal vez su hija solo quiere que le preste unos segundos de atención y que le regale un poquito de cariño. Es más, con todos los errores que Zhera ha cometido (que han sido muchos), ahora mismo está soportando sorprendentemente bien la situación y hasta está intentando ser un buen apoyo para su padre.

El caso de Erim también es complicado por su fragilidad emocional, que, quizá, se ha visto agravada por la sobreprotección de su padre. Si Zhera se ha llevado todos los reproches, Erim se ha llevado todos los caprichos. ¿Recordamos cuando Ender se mudó a la mansión porque Erim estaba deprimido? ¿O cuando Halit se mudó a casa de Ender porque habían disparado a Erim?

Afortunadamente para Halit sus hijos han sabido sobreponerse a las normas dictatoriales que han regido sus vidas hasta ahora y en estos momentos de dificultades están siendo su mejor y casi único apoyo.

Es más, incluso el férreo Halit parece haber comprendido que sus hijos no necesitan un sargento, sino un padre y está aceptando con sorprendente facilidad la idea de que estén más cómodos en las casas de Ender y Yildiz que en la de Sitki.

¿Un empresario con pies de barro?

Si como marido y padre Halit siempre nos ha provocado dudas, como empresario no teníamos ninguna queja. Es cierto que la tacañería forma parte de su carácter porque ¿quién regala joyas para después guardarlas a cal y canto en una caja fuerte?

Pero, salvo ese detalle, la sensación que teníamos es que sabía manejar sus negocios. De hecho, fue muy hábil al esquivar la alianza de Alihan y Ender para hacerse con el control del holding y hasta parecía tener controlado a Nadir.

Tal vez, una vez más, su arrogancia de creerse invencible le jugó una mala pasada y lo hizo confiarse. O, quizás, fue el karma quien le hizo pagar en lo material su mala gestión emocional.

De hecho, ahora está comprobando lo frágil que era su poder. Sus presuntos amigos cumplieron el expediente de darle una palmadita en la espalda y ahora ya está prácticamente bloqueado en sus listas de contactos. El único que, como siempre, está cumpliendo las expectativas es Kaya, que ha tendido su mano con la generosidad que le caracteriza.

Y mientras Halit piensa en cómo salir de sus problemas económicos nosotros vivimos nuestras propias turbulencias porque no sabemos ni qué pensar ni qué sentir.

Nos hace gracia la ironía de que justo cuando Yildiz ha firmado el contrato de su vida y Ender vive un feliz matrimonio, Halit esté arruinado y solo.

Somos un poco como Ender cuando mira analítica, crítica y sarcásticamente el nuevo hogar de su ex marido y cuando muestra su amplia sonrisa vengativa.

Somos un poco Leyla cuando le dice a Halit a la cara lo que todos pensamos. Que todas las mujeres que han pasado con su vida han estado en realidad con su cuenta corriente y no con él.

Somos un poco Asuman cuando dice, más o menos, que se lo tiene merecido por haber sido mala persona.

Somos un poco Yildiz, que siente pena, lástima y compasión por ver a quien se creía dueño del mundo viviendo de la caridad de los demás.

Hemos conocido a un Halit soberbio, engreído, prepotente, autoritario y egocéntrico. Ahora estamos descubriendo a un Halit apocado, triste, compungido, angustiado y agradecido.

En teoría ahora deberíamos estarnos preguntando qué pasará en el futuro. Deberíamos elucubrar si logrará recuperar su imperio o si su condición de huésped del chófer va a ser permanente.

Una escena que ya hemos visto nos ha dado algunas pistas sobre el futuro de Halit, pero, teniendo en cuenta que esta serie nunca deja de sorprendernos, ¿será ese el destino definitivo de Halit? ¿El príncipe está condenado a convertirse en mendigo o resurgirá de sus cenizas?

ObjetivoTV» Series

Publicidad